«El amor vivido en las familias es una fuerza constante para la vida de la Iglesia. El fin unitivo del matrimonio es una llamada constante a acrecentar y profundizar este amor… En este amor los esposos celebran sus momentos felices y se apoyan en los episodios difíciles de su historia… La belleza del don recíproco y gratuito, la alegría por la vida que nace, el cuidado amoroso de todos sus miembros… son sólo algunos de los frutos que hacen única e insustituible la respuesta a la vocación de la familia, tanto para la Iglesia como para la sociedad entera.» (Papa Francisco). Ofrece tu día por la intención del Para para éste mes. Disfruta de tu familia, demuéstrales cuánto los quieres. Atiende sus necesidades, escuchas sus palabras, acoge sus pedidos.
Con Jesús por la tarde.
Con Jesús por la tarde.
«Se levantó, tomó al niño y a su madre y se volvió a Israel. Y avisado en sueños, se retiró a la provincia de Galilea y se estableció en una población llamada Nazareth, para que se cumpliera lo anunciado por los profetas: será llamado Nazareno.» (Mt 2, 21-23). Repite al ritmo de la respiración «Señor, haz mi corazón semejante al tuyo…» mientras continúas poniendo en práctica el propósito del día.
Con Jesús por la noche.
Con Jesús por la noche.
Haz memoria del día. Tu vida diaria tiene un comienzo, un proceso y un final. Es importante recordar cómo iniciaste el día y cómo estás terminando. ¿Con qué sentimientos y pensamientos iniciaste el día? ¿Qué te afectó durante el día? ¿Cómo describirías los que sientes “aquí y ahora”?
Fuente El Evangelio en casa
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