La Sagrada Familia
Suele decirse que la familia cristiana es una iglesia doméstica, donde se evidencian las características del Cuerpo de Cristo. Cuando uno reflexiona sobre qué significa hoy que la familia sea una iglesia doméstica, podemos aprender muchas cosas.
Al considerar el ejemplo de la Sagrada Familia en este pasaje, podemos reconocer al menos dos características que nos conviene adoptar, promover y exhibir en nuestra propia convivencia familiar: la obediencia y el amor a Dios. En la lectura de hoy se aprecia que la Virgen María y San José cultivaban estas cualidades en la vida espiritual de su familia. Así quedó en claro cuando el ángel le anunció en sueños a José que debía regresar a Nazaret con María y el Niño Jesús porque “ya murieron los que intentaban quitarle la vida al niño” (Mateo 2, 20). Sin vacilación alguna, José obedeció dócilmente las instrucciones del Señor.
Los padres de hoy también necesitan escuchar a Dios, vale decir, orar asiduamente y escudriñar las Escrituras. Dios quiere que sepamos que el Espíritu Santo puede ayudarnos a dar alimento espiritual a nuestras familias. San José, con las fuerzas de la sabiduría de Dios, pudo discernir la influencia del mal en el mundo (personificado en Herodes) y hacer lo necesario para proteger a su hijo.
Nosotros también hemos de proteger a los nuestros de los peligros del mundo actual, sin aislarlos de la realidad, sino enseñándoles los principios y las verdades de Dios, para que luego ellos mismos decidan seguir el camino recto. En efecto, si nos preocupamos de inculcar a nuestros hijos los valores y principios cristianos del amor, la honestidad, el trabajo y la compasión, más tarde ellos estarán en mejores condiciones de tomar decisiones compatibles con las verdades del Evangelio y ser personas de bien.
Pidámosle al Señor fe, sabiduría y fortaleza para que nosotros también, como María y José, sepamos guiar y proteger a nuestros hijos y enseñarles a no dejarse arrastrar al camino fácil y ancho de las tentaciones, los engaños y las falsas ilusiones del mundo, sino avanzar resueltamente por el camino angosto de la salvación.
“Señor Jesús, te pedimos iluminación para que seamos imitadores del amor y la obediencia de la Sagrada Familia, y así nuestros hogares sean verdaderas iglesias domésticas.”Eclesiástico 3, 3-7. 14-17
Salmo 128(127), 1-5
fuente. Devocionario católico la palabra con nosotros
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