Buen día, Espíritu Santo!
Aquí estoy aguardando el despuntar de la Luz,
aguardando el tiempo de desplegar alas y
dejarme conducir, ser sostenido y elevado por la Gracia de Tu Presencia.
Elévame Contigo a las alturas donde el cielo es más cielo;
donde la libertad realmente libera;
Te deseo Espíritu Santo!
Sé que estás, que me has sellado,
que eres mi Santificador...
Es el sello y el anhelo de infinito quien desborda en mi corazón
y de eso te habla mi pensar, mi sentir y mi lengua:
¡Ven, Úngeme y santifícame!
Séllame y abrázame para celebrar y gozarme
porque el invierno ya ha pasado,
las lluvias cesaron, brotan flores en campo
y el arrullo de la tórtola se oye en nuestra tierra.
¡Amén!
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