“Después de hablar Dios muchas veces y de diversos modos antiguamente a nuestros mayores...en estos días últimos nos ha hablado por medio del Hijo...” (Hb 1,1-2)
Dios, creando y conservando el universo por su Palabra, ofrece a los hombres en la creación un testimonio perenne de sí mismo; queriendo además abrir el camino de la salvación que viene de lo alto, se reveló desde el principio a nuestros primeros padres...Después cuidó continuamente del género humano, para dar la vida eterna a todos los que buscan la salvación con la perseverancia en las buenas obras. Al llegar el momento, llamó a Abrahán para hacerlo padre de un gran pueblo. Después de la edad de los patriarcas, instruyó a dicho pueblo por medio de Moisés y los profetas, para que lo reconociera a El como Dios único y verdadero, como Padre providente y justo juez; y para que esperara al Salvador prometido. De este modo fue preparando a través de los siglos el camino del evangelio.
“Después de hablar Dios muchas veces y de diversos modos antiguamente a nuestros mayores...en estos días últimos nos ha hablado por medio del Hijo” (Hb 1,1-2). Pues envió a su Hijo, la Palabra eterna, que alumbra a todo hombre, para que habitara entre los hombres y les contara la intimidad de Dios. Jesucristo, Palabra hecha carne, hombre enviado a los hombres, habla las palabras de Dios y realiza la obra de la salvación que el Padre le encargó. Por eso, quien ve a Jesucristo, ve al Padre. El, con su presencia y manifestación, con sus palabras y obras, signos y milagros, sobre todo con su muerte y gloriosa resurrección, con el envío del Espíritu de la verdad, lleva a plenitud toda la revelación.
Concilio Vaticano II
Constitución sobre la Revelación Divina, Dei Verbum 3-4
Constitución sobre la Revelación Divina, Dei Verbum 3-4
No hay comentarios:
Publicar un comentario