sábado, 15 de diciembre de 2018

Meditación: Mateo 17, 10-13

Los discípulos le preguntaron a Jesús…
Mateo 17, 10

Hacía apenas unas horas que los discípulos, deslumbrados por la gloria de Dios, habían presenciado la transfiguración del Señor en medio de una nube esplendorosa. El Señor les había dicho que no contaran a nadie lo que habían visto y oído, pues aún no había llegado su hora, pero sin duda ellos tenían muchas preguntas que hacer.

Luego, al bajar del cerro, los discípulos iban caminando junto a Jesucristo, el Hijo de Dios, la Segunda Persona de la Santísima Trinidad, la Palabra de Dios hecha carne. ¡Lo tenían allí mismo, todo para ellos! Por eso, aprovecharon la oportunidad para hacerle preguntas, con un gran deseo de escuchar lo que les enseñaría a continuación. Sin duda, la experiencia de la transfiguración fue una “cumbre” espiritual para ellos, pero también eran muy valiosos los momentos de intimidad, como este caminar junto al Señor. Este suceso nos muestra que hasta los momentos simples con el Señor pueden ser tan especiales como los de las “cumbres” espirituales de la contemplación y la adoración.

Así pues, ahora hemos llegado a la “cumbre” de nuestro alegre y esperanzador caminar de Adviento. La Navidad, con sus coros angélicos y pastores llenos de asombro y entusiasmo, llegará muy pronto; pero eso no debe hacernos olvidar que hoy es un día extraordinario.

Hoy es un día perfecto para hacer unos minutos más de oración y gozar de la presencia de Cristo, porque es probable que tú también tengas alguna pregunta que siempre has querido hacerle, por ejemplo, “Señor, ¿por qué viniste como bebé?” u otra cosa que te intrigue. Luego, procura fijar en él toda tu atención. A veces conviene imaginarse que uno está sentado a su lado mirándole a los ojos. Fíjate en los pensamientos o imágenes que se te vienen, y si te parece que te animan a acercarte más a Cristo, sin duda provienen de él.

En realidad, hablar con Jesús no es complicado y si tomas la iniciativa, a lo mejor puede ser el comienzo de una conversación real. Así podrás confiar que el Señor hará resplandecer su gracia y su misericordia en tu corazón, tal como lo hizo en la transfiguración. Cristo quiere que tú sepas que él está siempre contigo, en cualquier lugar por donde vayas caminando, y está dispuesto a hacer que cualquier día ordinario sea una experiencia extraordinaria para ti.
“Amado Señor, concédeme la gracia de disfrutar de tu presencia hoy y aquí mismo.”
Eclesiástico 48, 1-4. 9-11
Salmo 80(79), 2-3. 15-16. 18-19
fuente Devocionario Católico La Palabra con nosotros

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