Epifanía
"No es posible silenciar que esta iluminación de los Magos se constituyó en el gran testimonio de la ceguera de los judíos. Los Magos buscaban en la tierra de los judíos al que ellos no reconocieron en la suya. Los Magos encontraron entre los judíos al que aún no hablaba, a aquél que los judíos negaron cuando enseñaba. En estas tierras ajenas, estos peregrinos adoraron a Cristo, niño que aún no hablaba, allí mismo donde sus compatriotas lo crucificaron cuando era joven y hacía milagros. Los Magos reconocieron a Dios en el pequeño cuerpo; los judíos, incluso delante de las grandes obras, ni siquiera lo valoraron como hombre. ¡Cómo si fuera más importante ver una nueva estrella refulgente en el día de su nacimiento, que al sol que está de luto en el día de su muerte! Entonces, la misma estrella que condujo a los Magos hasta el lugar en que se hallaba el Niño Dios con su madre virgen, y que ciertamente podía haberlos guiado hasta la ciudad misma, se ocultó y no volvió a aparecérseles hasta que hubieron preguntado a los judíos por la ciudad en que debía nacer el Cristo, para que ellos mismos la nombraran de acuerdo con el testimonio de la Sagrada Escritura, y ellos mismos dijeran: En Belén de Judea. Porque así está escrito: Y tú, Belén, tierra de Judá, ciertamente no eres la menor entre las principales ciudades de Judá, porque de ti surgirá un Jefe que gobernará a mi pueblo Israel (Mt 2, 5-6).
¿Qué otra cosa quiso significar con esto la divina Providencia sino que quedarían en posesión de los judíos las únicas Escrituras Divinas con las que los paganos serían instruidos y ellos enceguecidos? Porque ellos las llevarían no para auxilio de su salvación, sino para testimonio de nuestra salvación." (S. 200, 3)
"El mismo que era dueño del buey y señor del burro, yacía en el pesebre y a ambos daba el mismo alimento. Porque él había venido como paz para los que estaban lejos y como paz para los que estaban cerca.
Los pastores israelitas, como se encontraban cerca, llegaron hasta él el mismo día que Cristo nació, lo vieron y se llenaron de alegría; en cambio, los Magos paganos, como se encontraban lejos, llegaron después de unos días de su nacimiento, un día como el del hoy, lo encontraron y lo adoraron. Por eso convenía que nosotros, es decir la Iglesia congregada de entre los paganos, uniéramos la celebración de este día en que Cristo se manifestó a las primicias de los paganos, a la celebración del día en que Cristo nació de los judíos, y que conserváramos el recuerdo de tan grande sacramento mediante una solemnidad doble." (S. 204, 2)
"¿Qué decir de la infelicidad de esos judíos que, a los Magos que preguntaban por Cristo, les citaron incluso la profecía que indica el lugar y les señalaron Belén, la ciudad que ellos mismos no encontraron? Son semejantes a los constructores del arca de Noé, que dieron a otros con qué escapar del diluvio y ellos mismos murieron en él; son semejantes a las piedras miliares, mostraron el camino sin poder recorrerlo ellos mismos, ya que permanecieron como unos necios en el camino. Interrogados sobre dónde debía nacer el Cristo, ellos respondieron: En Belén de Judea. Porque así está escrito por el Profeta: Y tú, Belén, tierra de Judá, ciertamente no eres la menor entre las principales ciudades de Judá, porque de ti surgirá un Jefe que gobernará a mi pueblo Israel (Mt 2, 5-6). Los que preguntaron, escucharon y partieron; los doctores dieron testimonio y permanecieron fijos; separados por afectos contrarios, unos se convirtieron en adoradores y los otros en perseguidores." (S. 373, 4)
"Es cierto que el Señor se manifestó el mismo día de su nacimiento a los pastores avisados por un ángel y, además, en algún lugar del lejano Oriente, ese día fue anunciado por una estrella; pero en este día fue adorado por ellos. Por lo tanto, toda la Iglesia proveniente de los paganos adoptó celebrar este día con la máxima devoción. Porque, ¿qué fueron aquellos Magos sino las primicias de los paganos?
Los pastores eran israelitas, los Magos eran paganos. Aquéllos de cerca, éstos de lejos, sin embargo, ambos coincidieron en la Piedra angular." (S. 202, 1)
"Epifanía es una palabra de la lengua griega que en latín se puede traducir por manifestación. El Redentor de todos los pueblos, manifestándose en este día, evidentemente lo constituyó en solemnidad para todos los pueblos. Hoy celebramos la manifestación de aquél cuyo nacimiento celebramos hace unos pocos días. Según la tradición, un día como el de hoy fue adorado por los Magos nuestro Señor Jesucristo, nacido trece días antes. Que el hecho tuvo lugar, lo atestigua la verdad del Evangelio; que haya sucedido en un día como el de hoy, lo proclama la autoridad de una solemnidad tan preclara.
Aquellos Magos fueron los primeros de entre los paganos que conocieron a Cristo, el Señor, y sin haber sido avisados de palabra, siguieron la estrella que se les apareció y que les hablaba en forma visible, como si fuera la lengua del cielo, de la Palabra que aún no hablaba. Por esto ha parecido oportuno -y sin duda lo es- que los no judíos recordaran con gratitud el día de la salvación de quienes fueron sus propias primicias y lo dedicaran con devota solemnidad a Cristo, el Señor, para agradecerle.
Las primicias de los judíos, en orden a la fe y a la revelación de Cristo, fueron aquellos pastores que llegando de las cercanías lo vieron el mismo día en que nació. A éstos se lo anunciaron los ángeles; a aquéllos, la estrella. A éstos se les dijo: Gloria a Dios en las alturas (Lc 2, 14); en aquéllos se cumplió: El cielo proclama la gloria de Dios (Sal 19, 2).Unos y otros, como si fueran los comienzos de dos paredes que llegaban de distintas direcciones -de la circuncisión y de la incircuncisión- corrieron a la Piedra angular para que fuera su paz, haciendo de las dos una sola cosa. (Cf. Ef 2, 11)." (S. 203, 1)
(SAN AGUSTÍN, Comentarios a los evangelios dominicales y festivos, Ciclo C, Religión y Cultura, Buenos Aires, 2006)
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