Tómate unos minutos para recoger lo vivido hoy.
Cierra los ojos un momento y respira hondo.
¿Qué momentos te han llenado el corazón de alegría y plenitud? ¿A quién has ayudado hoy?
Quédate unos minutos a solas con Jesús. Cuéntale al Señor de tus preocupaciones y disponte a entregárselas a él.
Ave María...
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