jueves, 3 de enero de 2019

QUE YO TE SIGA, SEÑOR, QUE SIEMPRE TE ACOMPAÑE


Lo que más hace sufrir el corazón del Señor es que nosotros, que tenemos Sus dones y que trabajamos en la Iglesia, no oímos Su voz. Es claro, quien no oye es sordo y, hoy, encontramos muchos sordos espirituales. El milagro que vemos en el Evangelio, según Marcos 7, 32-33, nos trae grandes enseñanzas:
"Entonces le presentaron un sordomudo y le pidieron que le impusiera las manos; Jesús lo separo de la multitud y, llevándolo a parte, le puso los dedos en las orejas y con su saliva le tocó la lengua. Mirando al cielo dijo “Efata” que significa ábrete”.
Es impresionante, pero no es suficiente trabajar para Dios. Es una gran tentación, para nosotros que trabajamos para la Iglesia, no prestar atención a Dios. Vamos a la iglesia, pero estamos mucho más atentos a las cosas que debemos hacer que al mismo Señor.
Cuánto precisamos que el mismo milagro ocurra de nuevo con nosotros! No sé si lo sientes, pero yo siento en mi corazón el deseo de decirle a Jesús:
"Tócame Señor, con preciso de Tu toque. Mil cosas me han atraído, por eso no te he escuchado. No he hecho Tu voluntad, no te he escuchado. Por eso, muchas cosas están equivocadas en mi vida. Por esa razón, Señor, que las personas que están a mi alrededor, en mi pensamiento, están equivocadas, y no me doy cuenta que el problema está en mí. Si yo te obedeciera, Señor, actuaría totalmente diferente con la gente. Yo pensaría diferente, actuaría diferente. Siento, Señor, la necesidad de ser tocado por Ti. Tócame, Señor, y transmite Tu amor a mi corazón, pues necesito mucho de este sentimiento. Sólo el Señor puede abrir mis oídos como abrió los oídos de aquel sordo. Que yo te siga, Señor, que yo siempre te acompañe".



Tu hermano,
Monseñor Jonas Abib
Fundador de la Comunidad Canción Nueva
Adaptación del original en portugués


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