martes, 1 de enero de 2019

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Lucas 2,16-21.


Evangelio según San Lucas 2,16-21.
Los pastores fueron rápidamente y encontraron a María, a José, y al recién nacido acostado en el pesebre.
Al verlo, contaron lo que habían oído decir sobre este niño,
y todos los que los escuchaban quedaron admirados de lo que decían los pastores.
Mientras tanto, María conservaba estas cosas y las meditaba en su corazón.
Y los pastores volvieron, alabando y glorificando a Dios por todo lo que habían visto y oído, conforme al anuncio que habían recibido.
Ocho días después, llegó el tiempo de circuncidar al niño y se le puso el nombre de Jesús, nombre que le había sido dado por el Angel antes de su concepción.

RESONAR DE LA PALABRA

Querido amigo/a:

“El Señor te bendiga y te proteja, ilumine su rostro sobre ti y te conceda su favor. El Señor se fije en ti y te conceda la paz”. Estas palabras de la primera lectura del libro de los Números de la liturgia de hoy, bien pueden ser la bendición de Dios sobre cada uno de nosotros para este nuevo año recién estrenado: ¡Feliz Año Nuevo! 
Celebramos hoy la 52ª Jornada Mundial de la Paz (pincha en el subrayado para leer el mensaje íntegro) con el título, “La buena política está al servicio de la paz”. Para esta jornada, el Papa nos recuerda que “La paz, en efecto, es fruto de un gran proyecto político que se funda en la responsabilidad recíproca y la interdependencia de los seres humanos, pero es también un desafío que exige ser acogido día tras día. La paz es una conversión del corazón y del alma, y es fácil reconocer tres dimensiones inseparables de esta paz interior y comunitaria:

– la paz con nosotros mismos, rechazando la intransigencia, la ira, la impaciencia y ?como aconsejaba san Francisco de Sales? teniendo “un poco de dulzura consigo mismo”, para ofrecer “un poco de dulzura a los demás”;
– la paz con el otro: el familiar, el amigo, el extranjero, el pobre, el que sufre…; atreviéndose al encuentro y escuchando el mensaje que lleva consigo;
– la paz con la creación, redescubriendo la grandeza del don de Dios y la parte de responsabilidad que corresponde a cada uno de nosotros, como habitantes del mundo, ciudadanos y artífices del futuro.”

María, a la que hoy festejamos como la Madre de Dios, tuvo la Paz del corazón para acoger su maternidad y, en ella, al Mismo Dios que quiso hacerse uno de nosotros. Así nos lo recuerda el Evangelio que se proclamará en el primer día del año: “Todos los que lo oían se admiraban de lo que les decían los pastores. Y María conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón.”

Hoy, invocamos tu intercesión para que nos concedas, Madre, una paz como la tuya, capaz de vivir reconciliados con nosotros mismos, libres de amarguras y desolaciones que pretenden amargar los días del año que están por venir, libres de gente tóxica dispuesta a robarnos este don precioso de la paz interior. Danos esa paz que nos ayuda a vivir nuestras contradicciones con serenidad y capacidad de mejora; la paz que nos ayuda a vencer el mal propio y ajeno; la paz que necesita el mundo. 

Somos “hijos”, no “esclavos”, nos recuerda la segunda lectura de hoy. Un hijo de Dios vive en su paz, libre de las esclavitudes de la violencia, de la ira, de la amargura, del rencor…, cadenas que nos atan y amarran, haciendo nuestra existencia dura y penosa. Madre de Dios, Madre de la Paz, somos hijos de la Luz, no de la tiniebla. Guía nuestros pasos por el camino de la paz en este nuevo año recién estrenado. De corazón: ¡Feliz Año Nuevo lleno de la Paz de Dios!

Nuestro hermano en la fe:
Juan Lozano, cmf

fuente del comentario CIUDAD REDONDA

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