Con Jesús por la mañana.
“El Señor nos ha enviado a evangelizar a los hombres, pero ¿has pensado ya lo que es evangelizar a los hombres? Mira, evangelizar a un hombre es decirle: Tú también eres amado de Dios en el Señor Jesús. Y no sólo decírselo, sino pensarlo realmente. Y no sólo pensarlo, sino portarse con este hombre de tal manera que sienta y descubra que hay en él algo de salvado, algo más grande y noble de lo que él pensaba, y que se despierte así a una nueva conciencia de sí” (Eloi Leclerc). ¡Hoy, evangeliza! Ofrece tu día por la intención del Papa.
Con Jesús por la tarde.
“Y tú, Cafarnaúm, ¿piensas escalar el cielo? Bajarás al infierno. Porque si en Sodoma se hubieran hecho los milagros que en ti, habría durado hasta hoy. Os digo que el día del juicio le será más llevadero a Sodoma que a ti” (Mt. 11, 23). Admira y agradece por cuánto has recibido del Señor. ¿Descubres a Dios en sus dones, tu vida, tu salud, la familia, los amigos, el lugar que habitas? Comparte tus dones gratuitamente con los hermanos y estarás concretando el propósito de la mañana. Di al Señor: “Gracias por tanto bien recibido”.
Con Jesús por la noche.
Recuerda los sentimientos. ¿Cómo te has sentido en esta jornada? ¿Con qué sentimientos iniciaste el día? ¿Hubo algún cambio en ellos, en razón de qué? ¿De qué manera vas llegando al anochecer? ¿Qué actitudes tuviste? Pide perdón por aquello que te hubiera gustado que fuera diferente.
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