San Lorenzo de Brindisi, presbítero y doctor de la Iglesia
Los discípulos del Señor no respetaron el descanso sabático, pero ¿quería decir eso que el Señor les permitía desentenderse de las leyes de Dios cuando les incomodaban? ¡No, en absoluto!
Lo que sucede es que en el Evangelio de hoy los fariseos miraban a los discípulos con ojos de juicio. En lugar de verlos como fieles devotos, inmediatamente los tildaban como transgresores de la ley y se escandalizaron al ver que Jesús no los reprendía.
Pero no es así como Jesús veía cosas. El Señor siempre prefería la misericordia, no la condenación, por eso puso la conducta de sus discípulos en su debido contexto.
¡Qué maravilloso modo de entender nuestras relaciones, sobre todo en la iglesia! Si nos parece que alguien no actúa según nuestras expectativas, también nos convendría optar por la comprensión antes que la crítica. Esto no significa encubrir una falta, sino tratar a las personas con el respeto y la deferencia que merecen como hijos de Dios.
Es cierto que algunos feligreses o incluso sacerdotes a veces no se comportan como nosotros queremos. Sin embargo, todos ellos tienen una gran dignidad a los ojos de Dios. ¿Quiénes somos nosotros para criticar a alguien que Jesús ha venido a redimir? ¿Quiénes somos nosotros para juzgar a alguien por quien Jesús murió?
Hay otro beneficio que se obtiene al optar por la misericordia en lugar del juicio: ¡Tiende a hacernos mucho más bondadosos! No nos preocupamos si alguien nos ofende, sino que buscamos las bendiciones, es decir, no nos fijamos tanto en el pecado, sino en la gracia divina. Y así se reconoce el bien que hay en el mundo, lo que, a su vez, tiene el poder de animarnos e inspirarnos.
¡Hay tanto por lo cual dar gracias! Hay tantas bendiciones que agradecerle al Señor. Si nos concentramos en estas cosas podemos llegar a una unidad mucho mejor que si nos fijamos en los problemas. El Señor dijo “el Hijo de hombre es Señor del sábado” (Mateo 12, 8), es decir, él se preocupa de la conciencia de cada uno de sus fieles, no nos toca a nosotros hacerlo.
“Señor mío Jesucristo, que eres indulgente y compasivo, te damos gracias por no fijarte tanto en nuestros pecados, sino en la fe y el amor que te demostramos a ti y a nuestros semejantes.”Éxodo 11, 10—12, 14
Salmo 116(115), 12-13. 15-18
fuente: Devocionario católico la palabra con nosotros
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