XV Domingo del Tiempo Ordinario
En el Evangelio vemos que Jesús enseña a sus oyentes relatándoles la parábola del sembrador. Valiéndose de ejemplos bien conocidos para esta comunidad de labradores y pastores, Jesús habló del poder de la Palabra de Dios y del llamado que el Señor hace a cada persona para que abra el corazón al amor del Padre.
El Señor ama tanto a su creación que esparce la semilla de una vida nueva dejándola caer en todo tipo de terreno, sin reservarse su valiosísima semilla sólo para los de corazón puro. No; él la esparció generosamente sobre todos los tipos de corazones, incluso los pedregosos y llenos de espinas, y aunque a veces el terreno no era ideal, el trigo creció y produjo una cosecha.
Cuando pensamos en el poder vivificante de la Palabra de Dios y en el Espíritu que la hace germinar y crecer, se nos ocurre preguntarnos: “¿Qué tipo de terreno soy yo? ¿Echa raíces profundas en mí la Palabra de Dios? ¿Aprovecho las oportunidades que Dios me da para que esa palabra crezca?” Por eso, cuando nos encontremos con alguien a quien nos cuesta amar, clamemos al Señor: “¡Señor, ablanda el terreno de mi corazón, hazlo tolerante y paciente!”
Cuando nos asalten pensamientos de amargura, cólera o desconsuelo, pidámosle a Dios que nos dé el poder de superarlos: “¡Señor, ablanda el terreno de mi corazón!” Cristo nos invita cada día, con sencillez, a entregarnos en sus manos, para que su Espíritu Santo actúe en nuestro corazón y lo haga más fértil, más sensible. ¡Pero no permitamos que el fracaso nos desaliente! Si hasta “la creación… misma será liberada de la servidumbre de la degeneración” (Romanos 8, 21), ¡cuánto más nosotros —que somos la corona de la creación— tendremos la oportunidad de acercarnos a Dios y recibir su gracia!
“Padre celestial, enséñame a escuchar al Espíritu que habita en mí. Concédeme un corazón dócil, para que yo reciba tu vida y produzca una cosecha de amor, humildad y generosidad. Enséñame, Señor, a valorar tu semilla preciosa, para que el Espíritu Santo la haga crecer y dé fruto abundante en mi vida.”Isaías 55, 10-11
Salmo 65(64), 10-14
Romanos 8, 18-23
fuente: Devocionario católico la palabra con nosotros
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