¡Aprenda ser luz en la Navidad y iluminar todos los días del año nuevo!
Con la llegada de un fin de año más, muchos renuevan en el corazón gestos de solidaridad y paz. El clima de este tiempo transforma incluso los corazones más duros. Celebrar la Navidad es renovar nuestro amor por el Señor. Aquel que vino un día a traernos la salvación, continúa viniendo a nuestro encuentro todos los días del año, en las más diversas personas y situaciones.
Síndrome de Papa Noel
Muchos asumen, en el tiempo de navidad, el síndrome de Papa Noel. Del día a la noche, hacen un proceso de conversión relámpago. Abrazan a todos y reparten regalos. Pero, terminada la Navidad, vuelven a practicar los mismos actos de maldad. Tales personas no se convierten de verdad, tienen apenas, un impulso emocional para descargar su conciencia.
Jesucristo nos enseñó que no existe día específico para la práctica del bien y del amor. Todos los días son días de amar. El hermano no siente hambre solamente en Navidad, sino todos los meses del año.
¿Cuál es el mejor regalo?
No sirve que des el mejor regalo para tus padres si los once meses del año estuviste ausente en sus vidas. El mejor regalo a ser ofertado es el cambio de tus actitudes y la conversión permanente de tu corazón. Los gestos de amor brillan en la eternidad.
En este tiempo en que nos preparamos para celebrar el nacimiento del Señor, somos invitados a ser luz. Cada semana, vamos acercándonos a la Mayor Luz, que es el propio Jesucristo. En medio de tantas situaciones de tinieblas, debemos llevar la luz de la paz, del amor, de la misericordia, de la solidaridad y de la esperanza a las personas. Brilla, para que muchos se calienten con tu testimonio y retornen al corazón amoroso del Padre.
No eres una de esas luces del árbol de navidad. ¡No! Tu luz es permanente, porque la fuente que te hace brillar nace del corazón de Dios. El amor del Señor es el generador que da luz y hace que tu brillo resplandezca frente a la oscuridad del mundo. Eres luz, porque fuiste creado en el amor de Dios.
No podemos encajonar nuestro brillo
Al terminar las fiestas del fin de año, las luces usadas en la decoración son encajonadas para volver a ser usadas. No podemos encajonar nuestro brillo, nuestra misericordia y nuestro amor. Somos creados para amar. La memoria del nacimiento de Cristo renueva en nuestro corazón la esperanza en la vida. La Mayor Luz deja siempre un rastro luminoso en nuestra alma. Solamente quien fue iluminado por el Señor puede brillar en la vida de otras personas.
En la esperanza de un nuevo tiempo de misericordia y paz, renueva tu confianza en el Señor. Brilla con tu testimonio de vida, para que las tinieblas del mundo se aparten, para dar lugar al inicio de un nuevo tiempo gestado en el amor de Dios.
Padre Flávio Sobreiro
Bachiller en Filosofía y Teólogo por la Facultad Católica de Pouso Alegre (MG). Vicario de la Parroquia San Antonio en Jacutinga (MG).
Bachiller en Filosofía y Teólogo por la Facultad Católica de Pouso Alegre (MG). Vicario de la Parroquia San Antonio en Jacutinga (MG).
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