Jesús nació para tu vida. Entonces, prepara tu corazón para que Él, trayendo la salvación, nazca en ti, que eres el pesebre. ¡El pesebre eres tú! Recibe al Niño Jesús en tu corazón, Él se compadece de ti y la salvación acontece, porque tú eres el pesebre. Él no tiene miedo: Él nace entre tus espinas. Él está ahí para salvarte a ti y a tu familia. Tal vez tú seas quien debas tomarlo y colocarlo en tu regazo, porque tus seres queridos no quieren recibirlo pero ¡Él nació!
Dios nos ama con amor incondicional. Tú eres amado por Jesús, por eso Él nació en la situación en la que te encuentras. Él nace para tu vida miserable. Cuanto más miserables somos, más nos ama. Él nació en Belén y nace hoy en ti.
Cree: Cristo fue hasta la cruz por ti, Él ya liberó tus miserias. Si aceptas su perdón y su amor, el Señor nace en ti. Sepa: José y María traen la salvación a su corazón, aunque su “cuna” esté sucia. No te preocupes, no esperes a quitar las espinas para recibir al Niño Jesús. Recíbelo en el estado en que estás. Es Él quien va a quitar las espinas con la ayuda de María y José.
“El Niño que contemplamos en el pesebre es exigente, pero es también un Niño comprensivo y paciente. Si somos dóciles a su acción, nos lleva de la mano y nos acompaña: por eso, no debemos temer. A veces puede parecernos muy duro seguir sus huellas, pero si él camina con nosotros, todo resulta más fácil y ligero” (Beato Juan Pablo II).
¡Te deseo una feliz y santa Navidad!
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