Entusiasmados con la amistad con su Jefe, los trabajadores del Reino, no piensan en otra cosa sino en que su amistad los transfigure, los configure, los haga exclamar llenos de asombro. ¿Pero que me pasa? “Vivo yo, ya no yo. Es Cristo quien vive en mi”. Fijos os ojos en Jesús, descubren que “quien lo ve a Él ve al Padre (Cfr Jn 14,9). Jesús de Nazaret con su palabra, con sus gestos y con toda su persona revela la misericordia del Padre. (Bula de convocación del Jubileo de la Misericordia.)
Reina y Madre de misericordia.
Jesús de Nazaret al fundar esta Empresa constructora del Reino de Dios, quiere colaboradores y amigos que trabajen en su Empresa, pero ha cuidado de que la Virgen María, fuese la primera asociada y con características únicas, muy por encima de todos los demás trabajadores que quiere enviar a su mies. El Vaticano II ha dejado claro esta función que Jesús encarga a su Madre y la describe con precisión teológica: “”La misión maternal de María, para con los hombres no oscurece ni disminuye en modo alguno esta mediación única de Cristo, antes bien sirve para demostrar su poder. Pues todo el influjo salvífico de la Santísima Virgen no dimana de una necesidad ineludible, sino del divino beneplácito, y de la superabundancia de los méritos de Cristo…lejos de impedir la unión inmediata de los creyentes con Cristo, la fomenta.” (L.G. 60)
"Concibiendo a Cristo, engendrándolo, alimentándolo, presentándolo al Padre en el templo, padeciendo con su Hijo cuando moría en la Cruz, cooperó en forma enteramente impar ala obra del Salvador…(L.G.61).
Sirvan estas precisiones para entender que la Virgen Madre no es una alternativa a la justicia a “ ¡la cólera de un Dios airado!”(Bossuet). Olvidaba el gran orador que el rostro de Dios es la del Padre Misericordioso. Así lo veían ya en el Antiguo Testamento. Basta leer el salmo 135 para comprobar que sus veinte y seis versículos acaban con el estribillo: “porque es eterna su misericordia”.
Es necesario insistir
Hay que dejar claro que la presencia imprescindible de María, de su inmensa ternura maternal, no sólo deja en la penumbra la centralidad de Jesucristo, sino como dijo con gran acierto San Rafael Arnáiz, cuando nos confiamos a su intercesión”Todo le llegará ampliado a Jesús”
Todo lo que los santos y santas y mariólogos han dicho sobre la misericordia de la Virgen Madre, no es más que un reflejo, -fulgurante, eso sí-, pero reflejo de la misericordia infinita de la Santísima Trinidad. Un rasgo maravilloso de esa misericordia infinita, es precisamente porque conoce al corazón de carne sus criaturas, nos ha dado a su misma Madre, para ser también nuestra. Por eso la creó tan llena de Gracia, tan llena de ternura y desde su vida transfigurada, “acabado el curso de su vida mortal” puede esta presente y cuidar de “los hermanos de su Hijo”.
Esta criatura excepcional que es María, se ha identificado tanto con la misericordia divina que casi no podemos distinguir ambas.
Sucede lo que Erich Fromm cuenta que ocurrió en un Congreso sobre zen y psicoanálisis. Coincidió con el sabio y misteriosos japonés D.T. Suzuki. La presencia del oriental llenó de paz y armonía las reuniones y las personas. Un día lo buscaban por los jardines. Les costó mucho encontrarlo, pero al final los hallaron sentado al pie de un árbol. Rebosaba de paz interior, tan vegetalizado, tan identificado con el árbol que era difícil distinguirlo como un ser aparte.
Esta historia puede ayudar a comprender lo que ocurre con María. Se ha impregnado tanto de la misericordia divina que se ha “mesericordializado”. Abandonemos ya para siempre la idea de que es una ventana de escape de la justicia divina. Es la misericordia divina que recala en su Corazón y lo rebosa para regar y fecundar la aridez del corazón humano.
Y así la vemos sus hijos y le pedimos que nos mire con sus ojos misericordiosos. Voy a citar el testimonio de Jan Dobraczysiski, en su libro “Encuentros con la Señora” al describir el santo icono de la Virgen de Czestochowa: “Esta cara no tenía la altivez del rostro de Juno, ni la soberbia del de Minerva, ni la sensualidad de Venus. Los dioses romanos tenían rostros muy humanos, llenos de pasiones…No era así la cara de la Señora: En Ella cada cual podía encontrar un rasgo querido, amable. Tenía algo más que bondad, algo más que una inmensa paz: un elemento que atraía a quien la miraba y hacía que se recordara siempre con nostalgia”.
Sugerencias
Cuenta una leyenda oriental que un rey quiso repartir sus bienes entres sus tres hijos. Pero el diamante preciosísimo-les dijo-sería para el que en este día haga la acción más heroica. Al llegar la noche los tres estaban de vuelta para contar su hazaña. El mayor había dado muerte a una fiera que sembraba pánico en la comarca. El segundo había mostrado su destreza al vencer al más valiente guerrero del reino. El pequeño contó que al salir en busca de la hazaña exigida, se encontró a su mayor enemigo dormido junto a un acantilado. Lo despertó, le perdonó y lo abrazó.
El rey se levantó de su trono y le entregó al diamante mientras decía: “ tener un corazón misericordioso es más heroico que tener un corazón valiente”.
La moraleja es clara. Si queremos encontrar el tesoro escondido que es el Reino de Dios que está dentro de nosotros, lo encontraremos a la luz de un corazón misericordioso.
Pero sobre todo nos interpela el mensaje de Jesús. “Ser misericordiosos como el Padre”. Dios será misericordioso con nosotros, si nosotros lo hemos sido con los demás. La parábola del siervo sin entrañas que no perdona a su compañero una deuda mínima, después haberle sido perdonado una enorme (Mt.18,22-24) no puede ser más diáfana. Y todo el Evangelio con las parábolas de la misericordia, muestran los distintos rostros de la misericordia.
Sed misericordiosos como es misericordioso vuestro Padre (Lc. 6,36) es un exigencia audaz de Jesús. Pero antes de hablar, Jesús manifestó la misericordia continuamente. La hizo tocar con sus gestos, su compasión, su defensa de los débiles. Jesús no habla de la misericordia en abstracto. Miremos a Jesús y encontraremos viva la misericordia.
Por eso María es Reina y Madre de misericordia, porque nadie como Ella guardó en su Corazón, las palabras y los gestos y los hechos de su Hijo.
fuente: Portal Ciudad Redonda
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