“Los hombres de Nínive se convirtieron con la predicación de Jonás, y aquí hay uno que es más que Jonás”
Abre, Señor, ábreme la puerta de tu misericordia antes de mi partida (Mt 25,11). Porque es preciso que me vaya, que venga a ti y me justifique de todo lo que digo de palabra, de todos mis actos y de todo lo que pienso en mi corazón. “Incluso el rumor de mis murmullos no dejan de escuchar tus oídos” (Sab 1,10). David exclama en su salmo: “Tú has creado mis entrañas; se escribían todas en tu libro” (Sl 138, 13.16). Leyendo en él los caracteres de mis malas acciones, grábalas sobre tu cruz, porque es en ella que me glorío (Gal 6,14) gritándote: “Ábreme”…
Nuestro espíritu se ha endurecido hasta el punto que cuando hemos oído hablar de las calamidades de otros, no nos hemos corregido en absoluto (Lc 13,1s). “Todos se extravían, igualmente obstinados, no hay uno que obre bien, ni uno solo” (Sl 13, 2-3). Los ninivitas, en otro tiempo, se convirtieron al escuchar la palabra del profeta. Pero nosotros no hemos comprendido ni la llamada ni la amenaza. Ezequías con sus lágrimas consiguió hacer huir a los asirios provocando contra ellos la justicia de lo alto (2R 19). Ahora bien, los asirios… nos han llevado a la cautividad, y nosotros no hemos llorado ni gritado: “Ábrenos”.
Altísimo Señor, juez de todos, no esperes a que nosotros cambiemos de conducta; tú no tienes necesidad de nuestras buenas acciones, porque cada uno de nosotros se dedica a hacer malas acciones con el pensamiento y la voluntad. Puesto que esto es así, Salvador, dirige nuestros días según tu voluntad, sin esperar a nuestra conversión, porque es posible que ella nunca llegue a realizarse. Y aunque viniera, sería por poco tiempo, no persiste hasta el final. Es como la simiente caída entre las piedras, como la hierba sobre los tejados, que se seca antes de crecer (Mc 4,5; Sl 128,6). Derrama tus misericordias sobre nosotros y sobre los que exclaman: “Ábrenos”.
San Romano el Melódico (?-c. 560), compositor de himnos
Himno 51
No hay comentarios:
Publicar un comentario