domingo, 7 de febrero de 2016

Fuiste lavado, santificado y justificado

Meditación de la Palabra: 1 Cor 6, 9-19
“ ¿Ignoran que los injustos no heredarán el Reino de Dios? No se hagan ilusiones: ni los inmorales, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los pervertidos,  ni los ladrones, ni los avaros, ni los bebedores, ni los difamadores, ni los usurpadores heredarán el Reino de Dios.  Algunos de ustedes fueron así, pero ahora han sido purificados, santificados y justiciados en el nombre de nuestro Señor Jesucristo y por Espíritu de nuestro Dios.  «Todo me está permitido», pero no todo es conveniente. Todo me está permitido», pero no me dejaré dominar por nada.”

Vamos a contextualizar la prédica de Pablo. Corintio se ubica en Grecia, y en aquel tiempo se pensaba que todo lo que el cuerpo hiciese no tenia una relación con el alma, era conocida como la ciudad del pecado. Ellos pensaban “yo tengo un cuerpo”, ahora nosotros pensamos diferente “soy un cuerpo”. Hoy nosotros sabemos que lo que hacemos con nuestro cuerpo afecta nuestra alma.

Pablo es bien claro y lista todo lo que hace que no heredemos el reino, pero sigue un ‘pero’ que da esperanza :“pero ahora han sido purificados, santificados y justiciados en el nombre de nuestro Señor Jesucristo y por Espíritu de nuestro Dios”

Tu pecado no importa
No importa que es lo que fuiste o hiciste en el pasado porque Jesús te salvó. El proceso de santificación se inicia a partir de que aceptas el señorío de Jesús.

¿Recuerdas cuales fueron tus últimos pecados, antes de haberte encontrado con Dios?

Jesus con su sangre derramada en la cruz nos santificó y purificó. No importa qué es lo que hiciste en tu pasado, el Espíritu Santo en tu corazón hace que tu vida cambie.


Ser canal de la misericordia de Dios
El sacerdote en el sacramento de la confesión hace el papel de abogado que no justifica y absuelve todos los pecados confesados. Jesús nos justifica y permite que tengamos paz con nosotros mismos. Hay gente que no se perdona, no se acepta, no admite que se equivocaron.

El trabajo más difícil en el proceso de justificación es dejarnos convencer por Jesús y perdonarnos a nosotros mismos. Tal vez las personas nos aman tanto que ya nos perdonaron, pero nosotros mismos no nos perdonamos.

La misericordia de Dios nos justifica y trae paz, comprensión de los hechos. Cuando nos aceptamos, nos amamos y volvemos a luchar contra el pecado algo cambia y comenzamos a ejercer la misericordia con las personas.

Comenzamos a entender mejor a nuestros amigos que están cometiendo grandes errores, somos misericordiosos. Nos volvemos herramientas en las manos de Dios para acoger a los pecadores.

La alegría que experimentamos es una alegría completa porque fuimos lavados, perdonados y justificados.

La frase que estava a la moda en la época de los griegos era: “Todo me está permitido”. Sin embargo, Pablo complementa diciendo:“Todo me está permitido pero no me dejaré dominar por ninguna cosa”. El mundo está volviendo a usar la frase “todo me está permitido”, como lema de vida.

En estos dias de carnaval lamentablemente, muchos cristianos se desintegrarán nuevamente. Personas que conocemos estarán intentando separar la carne del espíritu: “lo que haga en estos cuatro días no tiene nada que ver. El miércoles de ceniza me dejo colocar en la frente y retomo”

Quien no se ama no ama a nadie. Quien no experimentó la misericordia no es misericordioso con nadie. Por eso necesitas amarte profundamente para experimentar el amor de Dios.

Si eres adúltero, afeminado, prostituta, y no te conviertes, no heredarás el Reino de los Cielos. Pero si te conviertes heredarás el cielo. Dios quiere ayudarte en el proceso de conversión, pero es necesario que tu quieras.

Jesús quiere quitar el dedo acusador de satanás de tu frente. Satanás te dice: “no sirves, no tienes solución” y Jesús con su dedo te dice: “apártate Satanás, porque yo soy su Salvador”.

Hasta los últimos momentos de nuestra vida iremos creciendo en la intimidad con ese Dios que nos rescató de un pecado bajo y sucio. Jesús nos liberó y perdonó. El proceso de salvación pasa por tres etapas: fuimos lavados, purificados y justificados.

O meu lugar é o céu!
Dunga
Misionero de la Comunidad Canción Nueva e idealizador de la inspiración del PHN
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