Si la escena del Evangelio entre Jesús y los fariseos volviera a suceder el día de hoy, bien podía Jesús haberles dicho lo mismo a sus detractores. Estos fariseos conocían bien todas las reglas y normas para ser buenos judíos, pero no llegaban a ponerlas en práctica en el diario vivir de una manera que complaciera a Dios. Se preocupaban tanto de mantener limpios los utensilios que usaban para el culto que no se percataban de que Dios quería que también se purificaran el corazón y se arrepintieran de sus faltas.
Jesús les hizo ver esta situación señalando que algunos judíos buscaban detalles de la ley para eximirse de atender a sus padres ancianos. ¿Cuántas veces hemos caído nosotros en la misma trampa? ¿Tal vez hemos criticado en silencio a nuestros propios padres por tener hábitos que nos molestan? ¿O no les hemos demostrado el amor ni el respeto que ellos merecen? El amor, en su esencia misma, pasa por alto las imperfecciones de los demás, para que nuestro hogar sea una morada digna del Espíritu de Cristo, donde todos se sientan amados y apreciados.
Así pues, te invitamos hoy a que pongas en práctica lo que te dicta la fe. Si dices que amas a Cristo, no dejes de reservar un tiempo de tranquilidad, libre de interrupciones, para dedicarte a orar y darle la alabanza y el honor que merece el Señor. Si dices que eres empresario, profesional o trabajador cristiano, no dejes de tratar a tus empleados, subalternos o compañeros con respeto y dignidad. Si dices que amas a tu familia, busca una manera de demostrarles tu amor en la práctica, especialmente si has tenido diferencias con alguno de tus seres queridos. No seas como uno de esos fariseos, que honraban a Dios con los labios, pero no de corazón. ¡Que la autenticidad de nuestras palabras se demuestre claramente en nuestras acciones!
“Jesús mío, hoy quiero poner en práctica la fe que profeso, es decir, hablar, pensar y actuar según lo que sinceramente creo. Ayúdame a respetar a mis padres y tratar a toda mi familia, y también a mis amigos y conocidos, con amabilidad y buen ánimo, te lo ruego Señor.”
fuente Devocionario Católico La Palabra con nosotros
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