Al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: "¿Qué dice la gente sobre el Hijo del hombre? ¿Quién dicen que es?". Ellos le respondieron: "Unos dicen que es Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, Jeremías o alguno de los profetas". "Y ustedes, les preguntó, ¿quién dicen que soy?". Tomando la palabra, Simón Pedro respondió: "Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo". Y Jesús le dijo: "Feliz de ti, Simón, hijo de Jonás, porque esto no te lo ha revelado ni la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en el cielo. Y yo te digo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder de la Muerte no prevalecerá contra ella. Yo te daré las llaves del Reino de los Cielos. Todo lo que ates en la tierra, quedará atado en el cielo, y todo lo que desates en la tierra, quedará desatado en el cielo".RESONAR DE LA PALABRA
Fernando Prado, cmf
“¿Quién dice la gente que soy yo?”, preguntaba Jesús. Muchos se preguntan hoy lo mismo: ¿Quién es Jesús para mí? Una pregunta directa y necesaria a la que todos nos vemos como obligados a responder. Muchos predicadores preguntan esto mismo en sus sermones a los que escuchan la Palabra, como demandando una respuesta.
Pero no se trata de pasar un examen, o responder algo de forma “políticamente correcta”. Ante Jesús no valen esas respuestas, lo sabemos. Cuando uno profundiza en la respuesta, se da cuenta que la pregunta de Jesús es otra. En verdad, a Jesús no le importa tanto que descubras por qué es él importante para tu vida, sino que descubras lo importante que eres tú para Él. Eso es lo determinante. Cuando descubres que eres importante para Jesús, todo cambia. Sucede entonces que Dios, como dice el papa Francisco, se nos muestra “enamorado de nuestra pequeñez”. Descubrimos que se ha fijado en nosotros y nos ha dicho: “cuento contigo”. Y ahí nace la alegría del Evangelio.
Sucede entonces lo que a Pedro en su interior. Es el descubrimiento de algo maravilloso que le deslumbra, le seduce y le llena en lo profundo de su corazón. Ha encontrado lo que por fin andaba buscando. Mejor dicho, Jesús le ha encontrado a Él. Cuando toma conciencia del regalo que Dios le hace, no puede sino confesar lo que le ha sido revelado: ¡Tú eres el mesías! ¡Tú eres el esperado, el que tenía que venir a nuestras vidas! Había esperado tanto ese momento… Jesús se había fijado en él, como se fija en cada uno de nosotros, amándonos tan profundamente, que su vida, como la nuestra, ya nunca más podrá ser la misma. Desde entonces, aquellos que hemos descubierto esa gran alegría, como Pedro, sabemos que nuestra vida, al igual que esta gran noticia, les pertenece a los que la esperan. Dichoso tú, si descubres hoy que el Señor es tu Mesías, tu salvador, la Palabra de amor que estabas esperando y te dice “cuento contigo”.
Tu hermano y amigo,
Fernando Prado, CMF
comentario publicado por Ciudad Redonda
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