Después de atravesar el lago, llegaron a Genesaret y atracaron allí. Apenas desembarcaron, la gente reconoció en seguida a Jesús, y comenzaron a recorrer toda la región para llevar en camilla a los enfermos, hasta el lugar donde sabían que él estaba. En todas partes donde entraba, pueblos, ciudades y poblados, ponían a los enfermos en las plazas y le rogaban que los dejara tocar tan sólo los flecos de su manto, y los que lo tocaban quedaban curados.
RESONAR DE LA PALABRA
Juan Lozano, cmf
Querido amigo/a:
A pesar de los logros e intentos del Concilio Vaticano II, hoy seguimos asistiendo en occidente a un profundo divorcio entre fe y cultura. Sin entrar en un análisis muy pormenorizado, sabemos que el pensamiento predominante hoy se sitúa en el llamado nihilismo positivo: retirar educadamente a Dios de todo escenario, aceptar la muerte de Dios positivamente, sin nostalgia. De este modo, todas las áreas de la vida parecen regirse por el criterio etsi Deus non daretur (como si Dios no existiera). No niegan la realidad de Dios, pero tampoco lo necesitan para sus formulaciones. Por ello mucha gente es religiosamente indiferente, Dios no les preocupa en absoluto, no cuenta en el día a día. Esta indiferencia constituye la forma más radical del alejamiento de Dios. En este ambiente Dios es alejado de las áreas más importantes de la vida cotidiana: el trabajo, el ocio, la familia, la economía, la política, etc.
Sin embargo, el bello pasaje del evangelio de hoy nos muestra a un Jesús que busca a la gente de pueblo en pueblo y nos muestra a gente que, con su fe y sus dudas, busca acercarse a Jesús. Jesús busca a la gente y la gente busca a Jesús, quieren tocarlo. A pesar del divorcio entre religión y vida cotidiana, Jesús sigue buscando, tratando de abrirse un hueco en el corazón de los hombres y mujeres de hoy. La pena, la pérdida, la torpeza es que, en el ambiente predominante, no se busca a Jesús. ¿Para qué? ¿Qué me aporta? Mientras, paradójicamente, lo que sí se buscan son sustitutivos de la religión que ofrecen ilusiones, sentido de la vida, esperanzas…, porque en el fondo hay sed, hay dolencias, hay vacíos, hay heridas que curar, no hay satisfacción verdadera…
Precisamente Aquel que lo llena todo, a quién se debería buscar como el tesoro más preciado, no está en el punto de mira, ni en las expectativas, ni en el horizonte, ni en las prioridades de muchos seres humanos.
Y tú, ¿a quién buscas? ¿Te dejas encontrar y tocar por Jesús? Afortunado si lo has encontrado. No lo pierdas, disfrútalo y haz lo posible para que otros puedan encontrarse con Él y disfrutarlo. Jesús no dejará de buscar, de buscarte. Santa Josefina Bakhita y San Jerónimo Emiliani que hoy traemos a la memoria encontraron al Señor y fueron felices con Él. No perdamos el tiempo, que no se nos pase la vida sin descubrirle.
Vuestro hermano en la fe.
Juan Lozano, cmf.
Comentario publicado por Ciudad Redonda.
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