Mateo 16, 13
La fidelidad de Dios es eterna y el Señor ha mantenido sin falta sus promesas y su alianza de generación en generación, a pesar de la infidelidad, la rebeldía, la traición y la idolatría de su pueblo. Tan grande es su amor y su misericordia, que ha mantenido firmemente su alianza con su pueblo pecador. Esta alianza encuentra su pleno cumplimiento en Cristo y en la fundación de su Iglesia. Jesucristo, nuestro Señor, selló el inicio de la Nueva Alianza estableciendo su Iglesia sobre el fundamento de los apóstoles, con Pedro, la “roca”, como cabeza visible en el mundo: el Papa. Y el Señor ratificó esta “alianza nueva y eterna” instituyendo la Sagrada Eucaristía, memorial de su pasión redentora, pacto sellado con su Sangre preciosa para la remisión de los pecados de todos.
Cuando Jesús les preguntó “Y ustedes, ¿quién dicen que soy?”, la respuesta de Pedro fue producto de la inspiración divina: “Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios viviente”, fruto del conocimiento interior prometido por Dios para todos aquellos con quienes estableció la nueva alianza.
La buena noticia para nosotros es que Pedro no siempre fue el líder inspirado que aquí vemos. Al principio de su discipulado cometió muchos errores, como también los cometemos nosotros, pero tuvo un mérito muy valioso que ojalá todos lo tuviéramos: Amó entrañablemente al Señor Jesús y fue dócil a la inspiración del Espíritu Santo. Con el correr de los años, su apostolado se fue perfilando claramente y su carácter se fue forjando en el crisol de la persecución y el sufrimiento. Solamente el amor y la fidelidad a Cristo le permitieron llegar hasta el final. Por eso, ahora, al escuchar la lectura de su primera carta, vemos que finalmente llegó a ser, no sólo un cristiano maduro y sabio, sino el primer Papa de la Iglesia.
Así pues, si todos nos mantenemos unidos a Cristo y nos dedicamos a la oración, la meditación de la Palabra de Dios, la recepción de los Sacramentos y el servicio al prójimo, todos podemos llegar a ser también cristianos sabios y maduros en respuesta a su elección y a la Nueva Alianza que el Señor quiso establecer libremente con todos los que le aman.
“Señor, crea un mí un corazón nuevo para conocerte, amarte y vivir día a día el mandamiento nuevo del amor.”
1 Pedro 5, 1-4
Salmo 23 (22), 1-6
fuente: Devocionario Católico La Palabra con nosotros
No hay comentarios:
Publicar un comentario