Hay quien tiene el don de sentir inmediatamente y vivir el sufrimiento del otro; es el don de la compasión. Otros tienen el don de notar cuando algo va mal y pueden poner enseguida el dedo en la llaga: es el don de discernimiento. Otros tienen el don de la luz y ven claro en todo lo que atañe a las opciones fundamentales de la comunidad. Otros tienen el don de animar y crear una atmósfera propicia a la alegría, el descanso y al crecimiento profundo de cada uno. Otros tienen el don de discernir el bien de las personas y de sostenerlas. Otros tienen el de la acogida. Cada uno tiene su don y debe poder ejercerlo para bien y crecimiento de todos.
Jean Vanier, La Comunidad, P 65
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