miércoles, 14 de febrero de 2018

Meditación: Joel 2, 12-18

“Aun ahora,” declara el Señor “vuelvan a mí de todo corazón.
Joel 2, 12

Ahora: es una palabra apremiante, de urgencia, una palabra que no admite demora. Uno casi puede oír al profeta Joel que llama al pueblo a volverse a Dios. Lo mismo puede apreciarse también en la apasionada súplica de San Pablo: “Ahora es ‘el tiempo propicio’; ahora es ‘el día de salvación’” (2 Corintios 6, 2).

Tanto Pablo como Joel dicen lo mismo: Dios está siempre llamándonos para llenarnos de su gracia con abundancia; siempre está preparado para bendecirnos. El Señor quiere que sepamos esto desde el comienzo de los cuarenta días de la Cuaresma que hoy iniciamos.

Pero si Dios está siempre queriendo llamarnos, ¿por qué necesitamos la temporada de Cuaresma? La necesitamos porque si bien para Dios es siempre “ahora”, no siempre es así para nosotros. Necesitamos las diversas temporadas como la Cuaresma para poner atención; necesitamos el recordatorio para simplificar nuestros horarios y dirigir la mirada hacia Dios con más intensidad y devoción; necesitamos la llamada a una mayor oración o al ayuno para librarnos de la rutina de siempre y para que crezca en nosotros el deseo de tener comunión con el Señor.

Así pues, piensa que estos cuarenta días son un “retiro” espiritual para ti. Si te ha costado hacer oración en el pasado, no te preocupes; ahora mismo puedes comenzar de nuevo. Dedica unos diez minutos a Dios cada día. Aunque sea poco, dale tiempo al Señor, porque ésta puede ser tu oportunidad para olvidarte de las obligaciones apremiantes y ponerte en la presencia de Dios. Disponte a recibir la gracia divina cuando leas las lecturas de la Misa diaria y luego la meditación para ese día. Trata de percibir lo que Dios te está diciendo.

Mientras más tiempo le dediques a Dios, descubrirás que puedes confiar más en él. Cada vez que te dediques a orar con la Palabra de Dios, verás que te sientes más en paz y con alegría en el corazón, al punto de que te será más fácil sonreír, aunque sigas teniendo dificultades en la vida.

No dudes de que Dios te está regalando su gracia en esta Cuaresma. Recíbela cada día, porque ¡ahora es el momento propicio!
“Dios mío, te doy gracias por el tiempo de la Cuaresma. Ayúdame, Señor, a renovar mi fe y mi dedicación a ti cada día cuando haga oración y medite en tu Palabra.”
Salmo 51(50), 3-6. 12-14. 17
2 Corintios 5, 20–6, 2
Mateo 6, 1-6. 16-18

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