30 minutos para cambiar tu día a día
TE CONSAGRO ESTE DÍA
“Consagra al Señor todo lo que haces
y tus proyectos serán bendecidos”.
Prov 16,3
¿En que se transforma nuestra vida cuando no la consagramos a Dios? En una infelicidad. Consagrar significa aplicar la Palabra de Dios a toda y cualquier situación de nuestra vida de modo de volverla sagrada.
Triste… infeliz de mi… Desgraciado me vuelvo cada vez que hago lo contrario a lo que la Palabra de Dios me enseña. No existe ninguna situación de mi vida que pueda vivir lejos de Dios. Todo lo que hago contrario a lo que Dios me enseña en su Palabra traerá frutos negativos e irá a perjudicarme.
¿Por qué reclamamos tantas y tantas cosas a la vida?
Porque somos infelices en la medida en que no respondemos a la voluntad de Dios en toda y cualquier situación que nos involucra. Para comprobar que es así, San Juan nos cuenta sobre la traición de Judas (Jn 13, 13-17), mostrando que de poco vale a una persona estar envuelta con las cosas de Dios, si no tiene la disposición de obedecerle. Judas vivía con Jesús solo porque encontraba que iba a lucrar con eso. Robaba, mentía, traicionaba y eso fue su fin.
Quien esta siempre en la Iglesia, conviviendo con personas de fe, aprendiendo sobre las cosas de Dios, pero no hace lo que Él manda, es como una botella cerrada con un tapón -El Espíritu Santo lo envuelve por todos lados, pero no consigue entrar y transformar su corazón-. Para que no sea así, aplica la Palabra de Dios a cada situación de tu vida hoy. Transforma tu vida en oración.
No existe nada en nuestras vidas que no pueda ser transformado en motivo de oración y por lo cual Dios no hable con nosotros. Jesús gastó su vida por enseñarnos ese secreto. Ése es el camino infalible que El usa para sanar y liberar a cada persona. ¿Qué camino? Mostrar a las personas que Dios esta cercano, mostrar que la salvación esta rodeando tu vida, las cosas simples del día a día, mostrar que todo lo que una persona hace, si lo hace de manera santa, puede convertirse en una trayectoria de sanación y liberación que va a conducirla a la felicidad en este mundo y ayudarla a alcanzar la salvación.
Nuestra vida necesita ser constante conversación con Dios. Conversar es volcar delante del otro lo que está en el alma para que el otro también lo vuelque en ti. O sea, en el diálogo de la oración, en la medida en que te colocas en Dios, El se coloca en ti, el tiempo todo, el día entero. Y la pregunta más importante de esa conversación es: “Mi Dios, ¿estoy haciendo lo correcto? ¿Mi vida y mis actitudes están de acuerdo con la voluntad del Señor que me creó? ¿Estoy actuando bien?
En el exacto momento en que tomo la decisión de consagrar a Dios mi día a día comienzo un proceso de sanación y fortalecimiento. Permite que el Espíritu Santo te enseñe la mejor manera de hacer eso. Debes confiar: Dios te ama y estará el tiempo entero a tu lado, conduciéndote de una manera formidable para tu propio bien. Cuando más te entregues, mas Dios actuará y todo va a mejorar.
ORACIÓN DE CONSAGRACIÓN DEL DÍA
Padre amado, me consagro a ti, en este día, de todo corazón y con toda mi alma. Lávame con la preciosa Sangre de Cristo y purifícame de todo pecado. En ti, Señor, yo me guardo, sé que Tú me preservarás.
Te consagro este día y, por tu bondad, ¡ampárame!
Oye, mi Dios, mi oración y libérame del mal.
¡Libérame de tan peligroso enemigo -protégeme de todas las fascinaciones diabólicas! Señor, eres mi defensa y mi protección; sálvame. Me entrego en tus manos.
En nombre de Jesús, dirige mis pasos en todo lo que haga. Con Tu Espíritu Santo, ¡guíame! Si el enemigo armó engaños contra mi, líbrame de todos ellos.
Es por Tu fuerza que hoy venceré. Todo lo que tengo y soy, mi familia y bienes, todo entrego en tus manos. No permitas, Señor, que yo me pierda, ni que me perjudique cualquier fuerza maligna. En nadie pongo mi esperanza a no ser en ti, mi Dios fiel. En ti, espero. A ti me consagro. Tú eres mi Dios. En tus manos está mi destino. Hazme ver, Señor, que estas actuando y pones en torno a mí, la cerca de tu misericordia. Es en esta confianza que viviré este día.
Acepto vivir plenamente los planes que tienes para mi hoy. Someto mi voluntad a la tuya. Como un padre toma la mano del hijo pequeñito y lo conduce, así, Señor yo quiero ser conducido por tu Espíritu Santo donde quiera que vaya.
Te proclamo Jesús como Señor de toda mi vida. Me consagro a Ti como mi único dueño y Salvador. Nada reservo para mi. Nada permito en mi que esté fuera de tu voluntad. Nada quiero esconder. Te consagro mi casa, mis bienes, mis quehaceres, mis talentos, mi familia, las personas que amo y también las que todavía no consigo amar. Te consagro mi tiempo y los resultados de todos mis esfuerzos, perdidas y ganancias, fracasos y victorias.
Renuncio al fardo de intentar ser yo mismo mi propio salvador y me confío a tus divinas manos. Mis fragilidades, mis sentimientos, mis temores y excitaciones, mi sexualidad y todo lo demás lo pongo bajo tus cuidados.
Te consagro especialmente (permite que el Espíritu Santo te muestre lo que debes presentar a Dios en este momento).
Cuán grande es la Bondad con la que Tú, mi Dios, envuelves a los que te aman y proteges a los que a ti se consagran. Defiéndeme y guárdame debajo de tus brazos, consérvame lejos de aquellos que actúan con malicia y operan con crueldad. De la lengua maledicente, escóndeme. ¡Que el envidioso no me vea!
Te consagro mi vida entera a ti; y declaro hoy delante de todos los ángeles y santos que mi salvación, mi sustento, mi restauración, mi protección y sanación está en el Nombre del Señor que hizo el cielo y la tierra. Por todo lo que el Señor ya me dio, glorias y alabanzas a ti. Por todo lo que todavía no recibí, te alabo, Señor. En la alegría o en el dolor, en la tranquilidad o en medio de las aflicciones, yo soy tuyo, mi Dios.
Bendito sea el Señor que tuvo para conmigo una ternura infinita.
¡Amén!
Marcio Mendes
30 minutos para cambiar tu día a día.
Adaptación de original en portugués.
Editorial Canción Nueva.
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