sábado, 16 de junio de 2018

LECTIO DIVINA - Mateo 5,33-37

Lectio Divina
para cada día del año
Ferias Tiempo Ordinario (Semanas 9-17 Años Pares). , Vol. 6, Verbo Divino, Navarra, 2002


LECTIO
Primera lectura: 1 Reyes 19,19-21

Comienza el «ciclo de Eliseo», rico propietario de tierras. La indumentaria es la expresión de quien la lleva y de sus prerrogativas. Eso explica la «investidura» de Eliseo por medio del manto de Elías, que constituye el signo de la vocación profética. El radicalismo de las elecciones de Dios está atestiguado por la despedida de Eliseo, que se deshace de los bueyes y del arado, dejando padres y oficio. Cristo será aún más exigente cuando advierta al que pretendía despedirse de los suyos antes de seguirle: «El que pone la mano en el arado y mira hacia atrás no es apto para el Reino de Dios» (Lc 9,62).

Evangelio: Mateo 5,33-37

La cuarta antítesis tiene que ver con el segundo y el octavo mandamientos (Ex 20,7.16; Nm 30,3ss; Dt 23,22-24). En la sociedad judía se abusaba del recurso, con frecuencia en falso, al juramento (Mt 23,16-22). Y dado que el nombre divino era sagrado e impronunciable, se eludía el obstáculo refiriéndose al cielo, a la tierra, a Jerusalén, a la propia cabeza del que juraba. Jesús exige la sinceridad más total, subrayando que las palabras que pronunciamos de más para falsificar la verdad proceden del maligno, de aquel que es «mentiroso por naturaleza y padre de la mentira» (Jn 8,44). No son pocas las páginas bíblicas que denuncian el daño de la palabra ociosa: Mt 12,36; Ef 4,29; 5,3-5.12; Sant 3,1-3.

La Carta de Santiago se hace eco de la enseñanza de Cristo: «Pero sobre todo, hermanos, no juréis ni por el cielo, ni por la tierra, ni hagáis ningún otro tipo de juramento. Que vuestro sí sea sí, y vuestro no sea no, para no incurrir en condenación» (Sant 5,12). «La verdad evangélica -señala Jerónimo- acepta el juramento, dado que la simple palabra del fiel equivale al juramento mismo».

MEDITATIO

«La boca dice lo que brota del corazón» (Mt 12,34). «Si uno piensa que se comporta como un hombre religioso y no sólo no refrena su lengua, sino que conserva pervertido su corazón, su religiosidad es vana» (Sant 1,26). De ningún otro comportamiento humano se dice que «hace vana» la religión (aquí, «vano» recuerda a los ídolos, considerados igualmente una nulidad total) como del hablar inútil y falso, cuya expresión más desconcertante es el recurso desconsiderado al juramento.

Investigaré sobre las patologías de los dichos de mi boca, dado que «antes de oírle hablar no alabes a nadie, porque ahí es donde se prueba un hombre» (Eclo 27,7). ¿Son vacías, ociosas, insignificantes, embusteras, inexpresivas, estúpidas, expeditivas, vulgares mis palabras? La asimilación vital de la Palabra divina me permitirá «hablar con las palabras de Dios» (1 Pe 4,11), «hablar con gracia» (Col 4,6), o sea, hablar bajo la inspiración del Espíritu Santo: «Pues no seréis vosotros los que habléis, sino que el Espíritu de vuestro Padre hablará a través de vosotros» (Mt 10,20).

ORATIO

Purifica, Señor, mis labios con el fuego de tu Espíritu. Que las palabras salidas de mi boca puedan ser el reflejo de tu eterna Palabra, viva y eficaz hasta el punto de penetrar en el alma de los hermanos como espada que revela los pensamientos del corazón y como bálsamo que alivia sus llagas.

CONTEMPLATIO

Lo que está más allá del «sí» y del «no» es el juramento, no el perjurio. Este último es tan claramente de origen diabólico, y no sólo superfluo, sino contrario y malvado, que no hace falta que nadie nos lo diga. «Lo que pasa de ahí» es, sin embargo, lo superfluo, lo que va más allá de lo necesario y se añade por redundancia: eso, precisamente, es el juramento. Pero ¿por qué dice Jesús, podréis preguntarme, que el juramento procede del maligno? Y, si tiene tal origen, ¿por qué era admitido en la Ley antigua? Podríais preguntarme lo mismo a propósito del repudio de la mujer. ¿Por qué se considera ahora adulterio lo que en un tiempo estuvo permitido? ¿Qué podríamos responder a estas preguntas, a no ser que las leyes de entonces estaban adecuadas a la fragilidad y a la debilidad de aquellos que las habían recibido [...]? Pero ahora el repudio es considerado como adulterio y el juramento está prohibido porque proviene del maligno, puesto que Cristo nos ha proporcionado los medios para vivir con una mayor perfección la virtud (Juan Crisóstomo, Comentario al evangelio de Mateo, 17, 5).

ACTIO
Repite con frecuencia y vive hoy la Palabra:
«Que vuestra palabra sea sí cuando es sí, y no cuando es no» (Mt 5,37).

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