Juan 3, 30
San Juan Bautista sabía perfectamente que debía disminuir y desaparecer. En el Evangelio según San Juan esta es la última vez que lo vemos, y ni siquiera se mencionan su arresto ni su martirio; simplemente se va desvaneciendo en el trasfondo mientras la figura de Jesús va apareciendo más claramente en el primer plano.
Cristo dijo que Juan era el más grande de todos los hombres (Mateo 11, 11), pero el mismo Juan no se consideraba digno de “desatarle la correa de sus sandalias” (Juan 1, 27). La afirmación del Bautista de que “Él ha de ir aumentando en importancia y yo disminuyendo” presenta un cuadro patente de su humildad y de su claro entendimiento de los límites de su propia misión. Lo que le tocaba hacer era simplemente señalar a Jesús y luego quitarse de en medio para que las personas llegaran a conocer y amar al Señor.
Juan era el “amigo del novio” o como diríamos hoy el “padrino de bodas” de Jesús (Juan 3, 29). En la tradición judaica, el amigo del novio era el encargado de hacer los preparativos para la boda y su última función era acompañar a los recién casados hasta la recámara nupcial y luego desaparecer.
¡Qué hermosa figura de la evangelización! Los cristianos también estamos llamados a ser amigos del Novio y llevar a los demás al corazón de Cristo; luego, debemos quitarnos de en medio y dejar que Jesús mismo convenza a las personas de su amor. Esto es lo que significa ser “la sal de la tierra” (Mateo 5, 13), porque un poquito de sal provoca sed; demasiada produce malestar. Nuestra misión es despertar en las personas aquella sed que solamente Jesús puede saciar.
¿Qué puede hacer uno para que sus familiares y amigos conozcan al Señor? Los evangelizadores más eficaces son los que viven en la práctica el mismo Evangelio que predican; es decir que, incluso sin predicar, sus acciones y actitudes hablan elocuentemente de su mejor amigo, Jesús. ¿Cómo podemos hacerlo nosotros? Lo mejor es contar nuestra propia historia de fe y darle al Señor el mérito por lo que ha hecho en nuestra vida; en pocas palabras, hacer lo que decía la Madre Teresa de Calcuta: “Sé Jesús, comparte a Jesús.”
“Rey y Señor mío, enséñame a disminuir para que tú crezcas en mí y seas dueño de mi vida. Yo me contento con ser ‘amigo del Novio’.”
1 Juan 5, 14-21
Salmo 149, 1-6. 9
fuente: Devocionario Católico La Palabra con nosotros
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