Agradece el día que comienza y ofrécelo al Señor, tu disponibilidad interior a lo que Él te llame ayuda a la construcción del Reino. “¡Tranquilos!, que soy yo. No teman. Subió entonces junto a ellos a la barca y amainó el viento” (Mc 6, 45-52).
Jesús es sorpresa en la vida y aparece de modos que no esperamos. Sin embargo, lo reconocemos por su palabra que trae paz, alivio y suavidad en las situaciones difíciles. ¿Cómo son tus palabras, pacifican o perturban?
Habla con prudencia y suavidad. Lleva calma y tranquilidad a las conversaciones. Padre Nuestro…
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