Una experiencia sanadora es aceptar que los vínculos no son perfectos.
“No existe la familia perfecta, pero no hay que tener miedo a la imperfección, a la fragilidad, ni siquiera a los conflictos…hay que aprender a afrontarlos de manera constructiva. Por eso, la familia en la que, con los propios límites y pecados, todos se quieren, se convierte en una escuela de perdón» (Papa Francisco).
Las dificultades ayudan a madurar el amor. La cruz es parte de los vínculos y la perseverancia en ellos es la resurrección del amor. ¿Sostienes los vínculos en las dificultades?
Pide ayuda al Señor.
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