miércoles, 2 de enero de 2019

Soledad del desierto

Sermón 4º para el Adviento.
«Una voz que grita en el desierto» (Jn 1,23).

“En el desierto, una voz que grita: ¡preparad el camino del Señor!” Hermanos, antes que nada nos conviene reflexionar sobre la gracia de la soledad, sobre la beatitud del desierto que, desde el principio de la era de la salvación, ha merecido ser el descanso de los santos. Ciertamente, el desierto, por la voz de Juan que predicaba en él y daba el bautismo de penitencia, ha sido santificado para nosotros. Con anterioridad a él, ya los más grandes profetas habían sido amigos de la soledad del desierto, en tanto que auxiliador del Espíritu. De todas formas, una gracia de santificación incomparablemente más excelente fue este lugar cuando llegó a él Jesús y sucedió a Juan. Cuando fue el momento, Jesús, antes de predicar a los penitentes, creyó necesario preparar un lugar para recibirlos; se fue al desierto durante cuarenta días para dedicarse a una vida nueva en ese lugar renovado… y ello, menos para él mismo que para los que, después de él, habitarían el desierto.

Si pues, tú has escogido el desierto, permanece en él y aguarda allí al que te salvará de la pusilanimidad de espíritu y de la tempestad… Aún más maravillosamente que a la multitud que le siguió hasta allí (Lc 4,42), el Señor te saciará a ti que le has seguido… En el momento en que creerás que te ha abandonado ya hace mucho tiempo, es entonces que, no olvidándose de su bondad vendrá a consolarte y te dirá: “Me he acordado de ti, movido de compasión, porque recuerdo tu cariño de joven, tu amor de novia, cuando me seguías por el desierto”(Jr 2,2). El Señor hará de tu desierto un paraíso de delicias; y tú proclamarás, (como el profeta) que le ha sido dada la gloria del Líbano, la belleza del Carmelo y de Sarón (Is 35,2)… Entonces de tu alma rebosante brotará tu himno de alabanza: “¡Que el Señor sea glorificado por sus maravillas para con los hijos de los hombres! Ha saciado al alma ansiosa y colmado al alma hambrienta.”

Beato Guerrico de Igny, abad cisterciense
Sermón: Soledad del desierto.
Sermón 4º para el Adviento.

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