«Gratis habéis recibido, dad gratis» (Mt 10,8)
Cuando Jesús se hizo mar adentro con sus discípulos, no pensaba sólo en esta pesca. Por eso... respondió a Pedro: «No temas: desde ahora serás pescador de hombres». Y la eficacia divina no va a fallar en esta nueva pesca: los apóstoles serán instrumentos de grandes prodigios a pesar de su miseria personal.
También nosotros si luchamos todos los días para alcanzar la santidad en nuestra vida ordinaria, cada uno según su propia condición en medio del mundo y en el ejercicio de su profesión, me atrevo a afirmar que el Señor hará de nosotros unos instrumentos capaces de realizar milagros, y más extraordinarios aún si es necesario. Daremos luz a los ciegos. ¿Quién no podrá narrar mil ejemplos del modo como un ciego casi de nacimiento recobra la vista y recibe todo el resplandor de la luz de Cristo? Otro era sordo, otro mudo no pudiendo oír ni articular una sola palabra en cuanto hijos de Dios...; ahora oyen y se expresan como verdaderos hombres... «En el nombre de Jesús » los apóstoles restituyen las fuerzas a un enfermo incapaz de cualquier acto útil... «En el nombre del Señor, ¡levántate y anda! » (Hch 3,6). Otro, un muerto que ya olía mal, escuchó la voz de Dios igual que en el milagro del hijo de la viuda de Naím: «Joven, yo te lo mando, levántate» (Lc 7,14; Hch 9,40).
Haremos milagros como Cristo, milagros como los primeros apóstoles. Es posible que estos prodigios se hayan realizado en ti, en mí: es posible que fuéramos ciegos, o sordos, o enfermos, o se olía ya nuestra muerte, cuando la Palabra de Dios nos arrancó de nuestra postración. Si amamos a Cristo, si le seguimos de veras, si sólo le buscamos a él y no a nosotros mismos, en su nombre podremos transmitir gratuitamente lo que hemos recibido gratuitamente.
San Josemaría Escrivá de Balaguer (1902-1975)
presbítero, fundador
Homilía en Amigos de Dios
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