En el último día de este itinerario que comenzamos a vivir hace treinta días, preparándonos para la llegada de quien nos acompañará los próximo años, el padre Nicolás Houriet, queremos confiarnos nuevamente a los cuidados maternales de María.
Que ella sea en este tiempo custodio de nuestros corazones para que, bajo la atenta protección de San Miguel, seamos dóciles a la acción del Espíritu Santo.
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