La adoración suscita en nosotros el compromiso, y nos lleva a dar pasos concretos hacia el otro con gestos de amor, perdón, reconciliación y acogida. Ella nos ayuda a echar fuera todo y cualquier juicio.
Dios quiere que nuestras vidas den un giro a través de la adoración, a fin de que seamos llevados a entrar en el corazón misericordioso de Jesús, para así ser una expresión de Su misericordia.
Los ojos del Señor están dirigidos hacia nosotros. Él nos prometió: "A partir de ahora, mis ojos estarán abiertos y mis oídos atentos a la súplica que se haga en este lugar. Y a partir de ahora, Yo he elegido y consagrado esta casa, a fin de que mi nombre resida en ella para siempre: mis ojos y mi corazón estarán allí todos los días "(2 Cr 7,15-16).
Tu hermano,
Monseñor Jonas Abib
Fundador de la Comunidad Canción Nueva
Adaptación del original en portugués
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