“La Ley del Espíritu que da vida en Cristo Jesús te ha liberado de la Ley del pecado y de la muerte” (Rm 8,2)… Santo Pablo dice que la Ley de Moisés ha sido dada para demostrar nuestra debilidad, y no sólo demostrarla, sino para aumentarla, y empujarnos así a buscar al médico: “allí dónde el pecado abundó, sobreabundó la gracia” (Rm 3, 20; 5,20)… ¿Por qué la primera Ley, escrita por el dedo de Dios (Ex 31,18), no dio este socorro tan necesario de la gracia? Porque fue escrita sobre tablas de piedra, y no sobre tablas de carne, que son nuestros corazones (2Co 3,3).
Es el Espíritu Santo el que escribe no sobre la piedra sino en el corazón; “la Ley del Espíritu de vida”, escrita en el corazón y no sobre la piedra, esta Ley del Espíritu de vida que está en Jesucristo en el que la Pascua ha sido celebrada con toda verdad (1Co 5,7-8), os ha librado de la ley del pecado y de la muerte.
¿Queréis una prueba de la diferencia evidente y cierta que separa el Antiguo Testamento del Nuevo?… Escuchad lo que el Señor dijo por boca del profeta: “Grabaré mis leyes en vuestras entrañas, y la escribiré en vuestros corazones” (Jr 31,33). Si la Ley de Dios está escrita en tu corazón, no produce miedo [como en el Sinaï], sino que inunda tu alma de una dulzura secreta.
San Agustín de Hipona, obispo y doctor de la Iglesia
Sermón:
Sermón 155, 6.
No hay comentarios:
Publicar un comentario