domingo, 17 de febrero de 2019

Meditación: Lucas 6, 17. 20-26

Dichosos ustedes los pobres, porque de ustedes es el Reino de Dios.
Lucas 6, 20

Consideremos lo que el Señor nos dice en el Evangelio de hoy: “Dichosos ustedes los pobres… Pero ¡ay de ustedes los ricos…!” (Lucas 6, 20. 24). El Señor no se limita a proponernos un principio espiritual, sino que nos ofrece una opción concreta y muy práctica. Debemos, pues, cuidarnos de no entender sus palabras en un sentido puramente espiritual, y pasar por alto los aspectos prácticos del mensaje, por ejemplo, nuestra responsabilidad de ayudar a los pobres.

Si queremos la vida, hemos de escoger entre las dos alternativas. Quizá sea difícil enfrentar las consecuencias prácticas de esta enseñanza, especialmente porque posiblemente tengamos que cambiar nuestras prioridades y decisiones diarias. Los que hemos sido bautizados en la muerte y la resurrección de Jesús somos partícipes de ese mismo poder, que nos da fuerzas para decidirnos por seguir el camino de la vida.

El profeta Jeremías sabía claramente cuál de los dos caminos había que escoger. Los que deciden vivir para sí mismos habitan en tierra reseca; los que deciden vivir para Dios son como árboles frondosos plantados junto al arroyo (Jeremías 17, 5-6. 7-8). La decisión también era clara para el salmista: Los que se deleitan en la ley de Dios son como árboles que dan fruto a su tiempo, mientras que los malvados son como paja que se lleva el viento (Salmo 1, 1-3. 4).

Para Lucas, la pobreza de la que hablaba Jesús era la material, pero no se trataba de buscar la pobreza por sí misma, sino más bien el no apegarse a las cosas materiales, a fin de facilitar la decisión de optar por la nueva vida que Jesús ofrece. La parábola del mendigo Lázaro (Lucas 16, 19-31) y la de la viuda pobre (Lucas 21, 1-4) son solo dos de los muchos ejemplos que encontramos en este Evangelio.
“Señor y Salvador nuestro, sabemos que cada día tenemos que tomar muchas decisiones, pero concédenos tu gracia, te rogamos, para que lo hagamos a la luz de tu Espíritu Santo para no cometer errores.”
Jeremías 17, 5-8
Salmo 1, 1-4. 6
1 Corintios 15, 12. 16-20

fuente Devocionario Católico La Palabra con nosotros

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