Es normal querer tocar el manto sagrado de Dios para recibir bendiciones y gracias; pero antes que lo toquemos, Él ya nos tocó.
Sucede como en aquel día, en los caminos de la tierra de Jesús, en que Él pasaba y todos se abalanzaban sobre él, Lo apretaban de todos lados. Pero una mujer enferma Lo tocó con una fe especial y El sintió ese toque.
Y preguntó: “¿Quién me tocó?” Antes que la mujer Lo tocase, la gracia de Dios ya había tocado en ella y ella fue curada.
¡El Santísimo pasa y muchos quieren tocarlo! Existen mil modos de ser tocados por Dios: en la Eucaristía, en una confesión, en una bendición… Dios toca siempre en ti.
p. Joaozinho
cfr. Mc 5, 21-43
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