Partimos de que “la reunión de oración es el corazón de la vida del Grupo”. Vamos ahora a profundizar algo más en la vida del Grupo.
Puesto que la R.C. se estructura en Grupos de Oración, el trabajo de los servidores estará dedicado especialmente a construir Grupos fuertes y maduros que nos ayuden a crecer espiritualmente, luchando contra el estancamiento que se da en los Grupos al cabo de algunos años y, conociendo los elementos más débiles de la Renovación, intentar contrarrestarlos .
Vamos a considerar los tres pilares que deben existir en cualquier comunidad de fe:
Puesto que la R.C. se estructura en Grupos de Oración, el trabajo de los servidores estará dedicado especialmente a construir Grupos fuertes y maduros que nos ayuden a crecer espiritualmente, luchando contra el estancamiento que se da en los Grupos al cabo de algunos años y, conociendo los elementos más débiles de la Renovación, intentar contrarrestarlos .
Vamos a considerar los tres pilares que deben existir en cualquier comunidad de fe:
1. Oración
La R.C. tiene una fuente de gracia inagotable: el don de la oración. Esto es una gracia para todos aquellos que se acercan a la Renovación. Es una gracia para la Iglesia. Cuando muchos laicos y religiosos comprometidos tienen hoy dificultades para orar, agobiados por la actividad pastoral, surge una manera de orar, movida por el Espíritu Santo, en grupos sencillos. Y a partir de esta experiencia, la vida espiritual se renueva; surge la alabanza, el contacto con la Palabra de Dios, el amor a la Iglesia, la necesidad de oración personal y una entrega de toda nuestra vida al Señor. Esta “vida nueva” suele aparecer después de la Efusión del Espíritu. Todo, en la Renovación, es -al principio- bonito y gratificante.
Los grupos que llevan años caminando en la Vida en el Espíritu tienen que afrontar varios retos en este campo:
1. No es suficiente la oración del Grupo. Cada hermano/a debe tener una vida de oración personal.2. La oración ha de mover nuestros corazones a hacer cosas nuevas.3. El Grupo debe luchar contra la oración estereotipada y rutinaria, haciendo uso de la creatividad.4. Es bueno que en las convivencias del Grupo se revise la oración, se escuche a todos y se afronten los vacíos o necesidades del Grupo en este ámbito.5. El camino en la R.C. nos lleva a amar más a Dios y convertirnos más a Él, superando actitudes inmaduras y egoístas en la oración, como buscar sólo mi interés, que recen por mí, que se solucionen mis problemas...6. La formación de los miembros del Grupo va paralela a su crecimiento espiritual.2. Fraternidad
Los hermanos/as tienen que crear lazos de hermandad y fraternidad. Para ello no es suficiente el tiempo de la reunión semanal; sino que los servidores deben buscar cauces para que los hermanos/as puedan relacionarse en otros momentos. Estos pueden ser: los momentos de acogida y despedida del Grupo, las convivencias periódicas, los encuentros más familiares de matrimonios, familias, jóvenes, etc.; también las reuniones de ministerios, las amistades que surjan en el Grupo, los momentos de enfermedad o dificultad en los que el Grupo debe hacerse más cercano...
En los Grupos de Oración hay hermanos/as sencillos con dones para crear fraternidad. Muchas veces, los servidores/as tienen demasiadas ocupaciones y no pueden atender a los miembros del Grupo de Oración como quisieran; entonces es bueno que estos hermanos/as asuman iniciativas para crear espacios y lazos de comunicación entre unos y otros.
Este segundo aspecto presenta serios retos a afrontar en los Grupos de Oración :
1. Conseguir que los miembros del Grupo sean participativos y colaboradores en pequeñas tareas y responsabilidades, sintiéndose pertenecientes al Grupo.2. Que los hermanos/as no vivan aislados, sin compartir sus vidas y solamente asistiendo al Grupo de Oración sin más.3. Es esencial que hermanos y hermanas nos conozcamos. Tristemente, de algunas/os sólo conocemos el nombre ... ¡y a veces ni eso!.4. Los hermanos/as de un Grupo tienen que sentir la comunión que nace de la comunicación de los bienes del Espíritu, una comunicación de la fe y en la fe. El reto consiste en que no se apague este deseo de comunicarnos unos con otros y de compartir nuestras vidas. En una palabra : “en no sentir que estamos ya muy vistos unos para los otros”.5. Algunos hermanos/as, pasado el amor primero, sólo buscan ir a Retiros o Encuentros; les aburre y nos les aporta nada el Grupo de Oración; caen en una apatía porque no quieren asumir la pobreza del Grupo ni comprometerse en los aspectos de “comunión y fraternidad”.6. La fuerza de la oración del Grupo depende en buena parte de que haya unos hermanos/as que formen un núcleo unido: se quieran, se conozcan, sirvan con alegría al Grupo. Oración y Fraternidad forman un binomio inseparable.7. Nos ayudamos unos a otros cuando hay sinceridad y apertura en nuestras relaciones y damos testimonio de lo que Dios va haciendo en nuestras vidas.
3. Misión
Cuando un Grupo de Oración ha superado su período de iniciación y lleva ya varios años creciendo y profundizando en la vida del Espíritu, entonces la comunidad evangelizada se transforma en evangelizadora. Los dones y carismas con los que el Señor la ha enriquecido entran en actividad para comunicar y difundir la Buena Nueva del Reino, “realizando así el crecimiento del cuerpo para su edificación en el amor” (Ef 4, 16). Podemos decir que, entonces, la comunidad se ha hecho fecunda.
Cada uno de los miembros de una comunidad evangelizadora debe poner al servicio de los demás sus propios dones o carismas. Ésta será la forma de contribuir personalmente a la edificación de la Iglesia. Las tareas apostólicas pueden ser muy variadas y esta diversidad de servicio -en la unidad de la misma misión- constituye la riqueza y la belleza de la evangelización. Cada comunidad tendrá que discernir, a la luz del Espíritu Santo, lo que el Señor quiere que realice en la construcción del Reino.
Hablando en términos globales, el apostolado puede desarrollarse dentro del ámbito de la misma comunidad o bien -y a la vez- proyectarse fuera de la comunidad. Esta proyección evangelizadora hacia fuera ha de hacerse, ordinariamente, dentro de la propia Diócesis y de la propia Parroquia, en unión con los pastores del Pueblo de Dios, colaborando en las prioridades que manifiesten los Planes Diocesanos Pastorales; y todo esto, sin perder la propia identidad.
El apostolado será realizado -la mayor parte de las veces- a título individual; pero también el Grupo está llamado a realizar actos evangelizadores que impliquen el servicio de todos, en la medida del don que hayan recibido: “Que cada uno con el don que ha recibido se ponga al servicio de los demás, como buenos administradores de la gracia de Dios” (1 Pe, 4-10).
1. Avanzar todos y cada uno de los hermanos/as en descubrir su don: aquello que están llamados a compartir para la edificación del Cuerpo de Cristo.2. Aceptar -cada uno en su medida- que el seguimiento de Cristo exige salir del Cenáculo y anunciar el Reino de Dios.3. Ser conscientes de la fuerza evangelizadora que tiene la Renovación Carismática para la Iglesia de hoy: poder de la alabanza, intercesión, adoración, Palabra de Dios, testimonio, música, Grupo de Oración...4. Tener presente que el Grupo de Oración no es un fin en sí mismo sino que es para nuestro crecimiento espiritual y para dar a otros lo que Dios nos da a nosotros.5. Haber encontrado mi lugar en la Iglesia.Valorando estos tres aspectos, parece claro que nuestro fuerte es la oración; es nuestro don, es el tesoro de la Renovación Carismática. Y, como fruto de la oración, hay en la Renovación una gran capacidad para evangelizar, hay muchos recursos y posibilidades para esta tarea. Sin embargo, somos más débiles en el aspecto de la comunión y la fraternidad.Al final de su libro "Como un vendaval", Vicente Borragán nos expresa los peligros internos de los Grupos diciendo: “El primero de todos los peligros que amenaza la vida de los Grupo es el de la pérdida del amor primero. La costumbre, la rutina, el cansancio, el abandono. La Renovación puede ser descafeinada y convertida en un movimiento sin garra. El paso del tiempo puede ser una losa para lo Grupos. La Renovación puede convertirse en una asociación de hombres y mujeres piadosos. Los problemas que hay que afrontar en la vida de los Grupos de Oración son casi siempre los mismos: reuniones de oración grises y rutinarias, donde el Espíritu parece que está apagado, donde la alabanza es pobre y lánguida; dificultades en las relaciones humanas, incomprensiones, celos, pequeñas envidias; la presencia de muchos que están fríos y pasivos, o que están de paso, o para ver, y que no se incorporan a la oración. Y cuando el grupo de los pasivos comienza a ser numeroso, los Grupos terminan por caer en picado. Cuando la alabanza no es poderosa, el Grupo comienza a convertirse en cualquier otra cosa menos en un grupo de Renovación Carismática. Hay que impedir a toda costa que la alabanza se convierta en algo cansino y aburrido.
Una de las sombras más acusadas de los Grupos puede ser la falta de formación de la mayoría de los que lo componen. Para revitalizar los grupos hay que hacer un esfuerzo grande en la formación religiosa. Nadie puede amar lo que no conoce. La ignorancia puede ser una de las causas del aburrimiento y la rutina de los Grupos. Por eso hay que hacer una llamada muy seria a la formación. Los hombres y mujeres de la R.C. deben instruirse sin cesar en las cosas del Señor. Sólo así se podrán formar Grupos poderosos de alabanza y de evangelización, Grupos cálidos en el amor y en el servicio abnegado a favor de los demás” (pág 227, 228, 229) .
Benigno Juanes, en su libro "Alabanza Comunitaria", expresa así la importancia de los Grupos de Oración: “ Los Grupos de Oración no deben ser considerados como grupos de personas piadosas que se reúnen para algo tan laudable: alabar al Señor. Esta oración comunitaria tiene una proyección muy amplia y muy honda. Se dirige nada menos que a renovar toda la vida cristiana en la Iglesia. Estos Grupos están llamados a ser comunidades de amor y de servicio, en las que se vivirán las exigencias del Bautismo. Pero hemos de cuidar diligentemente de que éstos no se conviertan en un fin en sí mismos: los Grupos de Oración (...) solamente tienen valor cuando sirven para hacernos crecer en el amor a Dios y al prójimo”.
Y en otro capítulo del mismo libro, nos dice: “La espiritualidad carismática es medularmente exigente: transformar toda la vida cristiana en Cristo. Hacernos vivir en plenitud y con todas sus consecuencias nuestro Bautismo...” . “Los Grupos de Oración están suficientemente equipados para que podamos recorrer este camino de transformación en Cristo bajo la acción del Espíritu. En primer lugar, ofrecen oportunidades para que las personas entren en nuevas y más profundas relaciones con el Señor. El clima de alabanza y adoración invita a volverse hacia Jesús. Y aquí está el punto focal, la fuerza misteriosa y transformante. Mientras nos abrimos a la alabanza y participamos con todo nuestro ser en ella, estamos bajo el influjo de Cristo Resucitado, presente en la comunidad actuante por su Espíritu. Nos convertimos en el objeto sobre el que se enfocan sus rayos de amor, de poder... Y junto al efecto de un nuevo y profundo contacto personal con Cristo, está la obra del Espíritu Santo en la comunidad reunida en el nombre de Jesús.
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