DE LA MISMA MANERA QUE EL PAN, SENCILLO Y FRÁGIL, SE TRANSFORMA EN EL CUERPO DE CRISTO, TAMBIÉN NOSOTROS SOMOS INVITADOS A DEJARNOS TRANSFORMAR EN NUESTRA VIDA A IMAGEN Y SEMEJANZA DEL MAESTRO.
La vida espiritual de cualquier cristiano culmina cuando puede afirmar, como el apóstol Pablo, «Ya no soy yo quien vive, es Cristo quien vive en mí». (Gál. 2, 20)
Cada vez que celebramos la solemnidad de Corpus Christi hacemos memorial del acontecimiento más maravilloso de la historia de la humanidad; la revelación del amor que Dios nos tiene. Ese hecho abrió las puertas del cielo a todos los hombres, y nos marcó el camino a seguir. Desde entonces el Espíritu Santo trabaja en nuestro corazón orientando nuestra vida hacia la configuración de nuestros sentimientos con los de Cristo Jesús (cf. Flp 2, 5). Al recibir la eucaristía nos comprometemos a dejarnos transformar por lo que recibimos, para ser también nosotros eucaristías vivas en medio de un mundo que necesita del testimonio del amor y la compasión.
Nuestro compromiso como discípulos de Jesús es configurarnos, por la gracia del Espíritu, en la imagen del Maestro. Nuestro camino es Jesús y el objetivo de nuestro peregrinar hacia la casa del Padre no es sino presentarnos ante Él con la semejanza restaurada.
También, esta solemnidad, nos ayuda a considerar que no estamos solos en el mundo, que todos los cristianos formamos un solo cuerpo. No podemos ir pensando que cada uno de nosotros debe ser un sujeto aislado que vive su fe y compromiso con Jesús «a la carta», necesitamos ahondar en el sentido corporativo de nuestra fe. Debemos cuidarnos mucho de la peste del individualismo que se ha metido en muchos rincones de la Iglesia buscando posiciones, prestigios y reconocimientos personales. Esta actitud es antievangélica. Jesús se puso en medio de nosotros como el que sirve (cf. Lc 22, 27), y nuestro amor a Él nos conduce por el mismo sendero.
Formamos todos juntos un solo cuerpo. Las divisiones y las discordias en el corazón de la Iglesia son un atentado directo hacia la esencia de la vida cristiana. Cada uno de nosotros necesita de los demás. Una actitud indiscutible del discípulo de Jesús es que busca la paz y es constructor de la unidad.
Javier Rojas, SJ
Director Regional
de la Red Mundial de Oración del Papa
Argentina-Uruguay-Paraguay
publicado por Click to pray
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