“La cosecha es mucha, pero los trabajadores son pocos.” (Mateo 9, 37)
En este pasaje del Evangelio, Jesús enseña, predica y cura a los enfermos; luego envía a sus discípulos a hacer lo mismo. Básicamente, les dice que vayan a “invadir” el territorio de Israel con el mensaje de que el Reino de Dios ha llegado, y que luego lo demuestren realizando milagros y curaciones.
Pero como cualquier otra invasión, ésta no se materializó de la noche a la mañana; en realidad, se necesitó mucha preparación de antemano. El Señor no se limitó a escoger a doce hombres y enviarlos a trabajar sin antes prepararlos. Primero les enseñó durante largo tiempo, les hizo adquirir experiencia y los sanó interiormente. Por su parte, ellos se dedicaron a escuchar sus enseñanzas, observar atentamente sus acciones y fijarse en el resultado de su trabajo. En efecto, esta primera misión requirió mucho tiempo y esfuerzo y ahora ellos finalmente estaban preparados. Ahora había que poner todo esto en práctica.
Esto es lo que Dios quiere que el Adviento sea para nosotros. Es posible que hoy seamos muy activos y tengamos mucho que hacer en nuestras parroquias y comunidades. Pero al igual que los discípulos, también necesitamos bastante preparación, ocasiones en las que escuchemos atentamente al Señor y lo recibamos en el corazón de una manera nueva. Necesitamos este tiempo para vaciarnos de pecados y de pensamientos egoístas a fin de que estemos mejor preparados para cumplir el trabajo que el Señor nos quiere encomendar.
Este Adviento es un buen tiempo de preparación, tal vez haciendo más oración personal y contemplación en silencio por todo el tiempo que uno pueda. Trate de imitar al Señor, que de niño escuchaba la Palabra de Dios y de grande buscaba tiempo para estar en la presencia de su Padre. Ahora, abra su Biblia y deje que el Padre le hable a través de la Sagrada Escritura. Trate de percibir su presencia en su interior y deje que el Señor lo llene de su gracia y le dé todo lo que usted necesita. El Señor lo llama a formar parte de su ejército de amor y quiere equiparlo con todo lo necesario.
“Amado Señor Jesús, aquí estoy buscando tu presencia. Permíteme escuchar tu voz y ayúdame a saber que tú estás conmigo. ¡Señor mío, Jesucristo, te amo con todo mi corazón!”
Fuente Devocionario Católico La Palabra con nosotros
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