Señor y Dios mío,
al abrir los ojos, al descubrir la luz del nuevo día,
¡Gracias por estar ahí!;
¡Gracias por permanecer!
Aunque mis sueños te hallan negado espacio,
aunque las voces de la noche no te hayan percibido,
sé que has estado;
Porque la calma de mi corazón solo puede tener origen en Vos,
porque la sed de Ti sólo de Vos puede nacer;
Y no temo reconocer y proclamar a viva voz que te necesito;
Porque nadie puede secar lágrimas;
ni consolar heridas del alma;
ni llenar los vacíos del corazón quebrado.
Derrama Tu Espíritu Santo, Señor, en éste día;
Derrámalo con poder sobre mi ser,
sobre los míos, sobre mi trabajo y familia...
Y doblada mis rodillas ante tanta gracia,
doblado mi corazón ante Tu Corazón,
hazme un hombre íntegro, indiviso,
Que al verme el mundo comprenda que Tuyo soy,
que tenerte como Dueño de mi vida no me hace esclavo, sino libre...
Libre para amar desde Vos;
libre para elegir lo mejor, lo verdadero, lo bueno, lo santo.
Dime,
¿qué podemos hacer juntos hoy?
No hay comentarios:
Publicar un comentario