Unas Palabras de Reflexión
Hay un cierto desprecio por la gente soltera -es más con maldad se les dice solteronas- es decir, por los que no se han casado –por a, b, c d, razones-, se les mira como si fueran fracasados o como si estuvieran incompletos. Sin son mujeres se les ve con un dejo de pobrecitas, hay que presentarles a alguien para que les haga el favor, si son hombres inmediatamente se les coloca el aparato –no digo el nombre para evitar molestias- que mida que tan varones son, ya que si es soltero, a esa edad es sospechosa su virilidad.
Es tal la presión que algunas mujeres que no han encontrado su pareja por distintas razones se desesperan y se meten con el primero que proponga algo, así no cumpla ninguno de los requisitos que ella en el pasado habría tenido en cuenta al elegir pareja. Eso genera más problemas que soluciones, y terminan sufriendo sin necesidad. También algunas mujeres que se ha separado –en algunos casos porque nunca se debieron casar con esa pareja- o simplemente porque fueron abandonadas por ellas o ha fallecido su esposo, tienen que conseguir “alguien” con quien estar “sea quien sea”, no importa si es un jovencito de la edad de su hijo, o una persona que, también, la hacer sufrir, lo importante es que pueda contarles a sus amigas que tiene alguien con quien “matar” sus excitantes deseos o presentar en publico su nueva pareja para no ser blanco de los chismes y de los comentarios mal intencionados.
El caso de los hombres es un poco menos tensionante –dolorosamente esta sociedad sigue siendo machista- pero también se les somete a una critica constante hasta que algunos deciden “casarse” o “juntarse con alguien” sin importar si realmente se le ama o no, pero hay que despejar la duda pronto de la varonilidad.
La verdad no dudo de la necesidad de pareja para algunos. Creo que es normal y que tienen derecho a tenerla y a buscarla, sin miedos y sin complejos pero también creo que es necesario que aprendamos a respetar y aceptar las decisiones de los otros cuando estos deciden vivir su vida afectiva sin pareja. La soledad no es una desgracias y tiene también sus valiosos espacios. La soledad implica estar libres de algunos compromisos que no siempre son fáciles de llevar, también permite que se sea libre en las relaciones sin tener temor de dañar a nadie que vigila celosamente. Cada ser humano es completo y puede ser feliz sin tener una relación de pareja, ya que no tenerla no implica que no se tenga una vida rica emocional y afectivamente hablando, con amigos, con familiares y con tantas personas que están alrededor.
Uno que decide ser soltero –o que está momentáneamente soltero- no es un enfermo, ni un desgraciado, ni un pobrecito, ni monstruo del cual librarnos. Si fuera cierto esto también lo sería al revés es decir que todo aquel que tiene pareja es bueno, santo, feliz y realizado y tenemos bastantes ejemplos a nuestro alrededor que no nos deja afirmar esto último con tanta severidad. Los seres humanos somos sanos o enfermos aparte de si tenemos o no pareja.
Es claro que esta es un decisión de cada uno. Y que nadie tiene que sentirse frenado a buscar o a no buscar pareja por el comentario o la intromisión de alguien. Cada uno tiene que ser libre de vivir su vida afectiva y de hacerla fructífera en alegrías, gozos y júbilos. Se trata es de ser feliz no de agradar, simplemente, las exigencias de los otros, sabiendo que muchas de esas exigencias son totalmente malsanas.
Me gusta cuando veo algunas personas felices con su parejas. Me encanta cuando algunas personas que se han separado y que han sufrido mucho encuentran con quien compartir la vida pero también me gusta cuando veo que hay gente que ha decidido construir su proyecto de vida sin pareja y se dedica a si mismo y a sus deseos más internos de una manera plena y feliz. Lo importante insisto es que sea fruto de su libertad y se viva en total sanidad.
Creo que hay temas en los que uno tiene que decidir por uno mismo y punto. Tema en los que nadie tiene que meterse –se escuchan consejos pero se decide íntimamente- ya que están conectados al sentido de la vida y ese es muy personal –y hasta intransferible-. Estoy seguro que ni Dios se mete en esas cosas, ya que el siempre respeta la libertad humana.
fuente: Blog personal del p. Alberto Linero Gomez, eudista
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