lunes, 12 de febrero de 2018

30 MINUTOS PARA CAMBIAR TU DÍA

30 MINUTOS PARA CAMBIAR TU DÍA

“El Señor está con ustedes mientras ustedes están con el.
Si lo buscan, Él se dejará encontrar, pero
Si lo abandonan, él los abandonará”
2 Cro. 15,2

Cuando comencé a reservar un momento de mi día para estar a solas con el Señor, enfrenté muchas dificultades para ser fiel a esa decisión. Todo parecía colaborar para que aquella hora no aconteciese. Aparecían situaciones que requerían de mi presencia, personas venían a visitarme justo en aquel horario, otras quedaban molestas y reclamaban que yo rezaba demasiado.

Además de eso, yo sentía como si estuviese hablando con las paredes, tenía la impresión de que Dios no me oía, y pensamientos ruines, hasta indecentes invadían mi cabeza. Pero descubrí con el tiempo que no era yo el único. Muchas personas enfrentaban los mismos problemas y, así como yo precisan de ayuda para enfrentar esas tentaciones y afirmarse en el camino.

Dios no sólo me ayudó a perseverar, sino que también me fue enseñando a organizar mi vida de oración. El fue mostrándome como era importante, para ese comienzo, crear una rutina, escoger siempre un mismo lugar y horario, diversificar las formas de oración, creando una dinámica propia, de modo que varias pequeñas oraciones llenasen esos 30 minutos que yo había separado para estar solamente con Él.

Confieso que eso no sólo me cambió a mi y sino también todo lo que estaba a mi alrededor.

Organicé aquel tiempo en 10 momentos de 3 minutos que quedaron así:
  1. Reconozco Tu Amor y Tu Bondad.
  2. Te consagro este día.
  3. Señor, protégeme del mal.
  4. Necesito la fuerza de Tu Espíritu Santo.
  5. Señor, ten misericordia de mi.
  6. Señor, cúrame.
  7. Señor, preciso de tu ayuda.
  8. Señor, ayuda a esta persona.
  9. Señor, ¿qué quieres que haga?
  10. Te consagro mi mente, Señor.

Lo mejor que puede suceder es que este momento fuerte de oración desborde de gracias las otras horas de nuestro día. Cuando comenzamos a rezar esos 30 minutos, es posible que de repente, notemos que hablar con Dios, en medio de nuestras actividades cotidianas, se vuelve la cosa más natural.

Tu puedes vivir ese tiempo fuerte de oración en cualquier hora del día. Escoge la que fuese mejor para ti, sea por la mañana, en el intervalo del almuerzo, a la tardecita o a la noche. Si quieres puedes rezar aún más de media hora.

Algunos no rezan porque creen que están desperdiciando un tiempo que podría ser usado de otra manera. Pero la experiencia nos revela que la oración multiplica el tiempo. En general, quien reza hace más cosas en menos tiempo y con mayor calidad.

Y como a rezar se aprende rezando, yo aprendí mucho con las oraciones escritas por otras personas. Son oraciones que se vuelven nuestras cuando las hacemos de corazón, y con fe. No importa que otra persona las haya escrito, si pides a Dios lo que está allí, Él te escucha. Un padre jamás dejaría de conmoverse con las súplicas del hijo más pequeño simplemente porque el copió los pedidos de su hermano más grande. Lo que interesa al padre en esa hora es la necesidad y la confianza de quien pide.

Las oraciones en este libro son poderosas en Dios y capaces de derrumbar las barreras que nos apartan de Él. Ellas nos ayudarán mucho en aquellos días difíciles en que ni siquiera sabemos por donde comenzar a rezar. Con todo, tu verás que poco a poco el Espíritu Santo va a conducirte a modificarlas volviéndolas cada vez más tuyas.

La oración es cosa simple, pero es poderosa para cambiar cualquier vida. Espera mucho, y espera cosas muy buenas de ese momento diario con el Señor. ¡Todo puede suceder cuando Dios es envuelto en la causa, y tu vas a testimoniar eso!

La primera actitud que debemos tener es de fe, -abrir el corazón y confiar en el Señor. Inclusive, porque El ya está cuidando de ti. Cuenta con El todavía más a partir de ahora. Procura vivir ese momento como un hijo que se lanza en los brazos bondadosos del padre. El Espíritu Santo quiere mostrarte que existe una manera mucho más plena de amar y de realizarse en la vida. Rezar es eso: sumergirse en el amor de Dios que nos sana y salva.

Cuanto más te entregues mas experimentarás la gracia de Dios purificando, liberando y curando tu corazón. Recibirás fortaleza y protección. Pero, lo mejor de todo es que Dios te dará una efusión de Espíritu Santo tan grande que cambiará toda tu vida. Sentirás crecer cada día en tu interior una paz y una fuerza que nunca habías imaginado posible.

Por lo tanto manifiesta al Señor que deseas experimentar hoy mismo su amor y su misericordia. ¡Animo! Será un abrazo del Dios amoroso que es tu Padre. Simplemente confía y acepta el amor que Él tiene por ti. Deja que El llene los vacíos en tu corazón y sane las heridas dejadas por la soledad.

Dile: “Mi Dios, necesito que me ayudes. Quédate conmigo en esta hora”. El Señor mismo es quien te invita personalmente: “Ven a mi y tráeme tu cansancio. Tráeme tu vida pesada con todos sus dolores. Deposita a mis pies tus preocupaciones. Yo quiero que tengas alivio. Quiero curarte, fortalecerte, y haré eso. La única cosa que pido es que confíes en mi”.

Cuántas cosas buenas y hasta milagrosas dejan de suceder porque las personas no creen que Dios las escuchará y por esa razón no piden Su ayuda. Pero, el Señor quiere que contemos con El y quiere que lo importunemos con nuestras súplicas. Si no nos acercamos a Él, jamás entenderemos la grandeza de su plan para cada uno de nosotros, jamás comprenderemos la fuerza milagrosa contenida en la “perseverancia de la oración”.

Entonces, ¿aceptas el desafío? ¿Quieres ver de cerca lo que Dios hace en la vida de una persona que reza? Estoy seguro que no te arrepentirás. Guarda en tu interior esta certeza: en el exacto momento en que te predispongas a vivir esa experiencia de oración, aún cuando sean apenas 30 minutos diarios, ya habrá comenzado la obra linda del Señor de restauración de tu vida y de tu familia.

¡Vamos! Escoge un lugar tranquilo y lleva contigo papel, lapicera, tu Biblia y este libro. Vamos a sumergirnos juntos en estos 30 minutos preciosos en que Dios va a darte todo lo que necesitas para este día de hoy:
Mi Dios y mi Padre, has enviado a Jesús para que nuestras oraciones tengan la fuerza y la autoridad necesaria para alcanzar todo lo que pedimos. Pido perdón, Señor, porque muchas veces rezamos sin fe, sin perseverancia, con mala voluntad o ni siquiera rezamos. Por esa razón, fuimos derrotados tantas veces, quedamos confundidos y nos sentimos perdidos. Tú, Señor diste a nuestras oraciones el poder de abrir los reservorios de los cielos y obtener las gracias. Pero nosotros, porque no quisimos recurrir a ti, hemos pasado por grandes necesidades y aflicciones. ¡Oh, Señor! Abre nuestra inteligencia y muéstranos el poder que tiene la oración hecha en nombre de tu Santo Hijo Jesús -capaz de cambiar las realidades más difíciles.
Padre de misericordia, en nombre de Jesús, te suplicamos que nos sea concedido ahora una nueva gracia de oración llena de eficacia del poder del Espíritu Santo. Revístenos con la fuerza de lo alto para que tu salvación se manifieste también a través de nosotros. Aumenta en este día de hoy nuestro gusto por la oración, nuestro amor por Tu Palabra y nuestro celo por la salvación de tantos que sufren atormentados en todo el mundo.
Espíritu Santo, ven sobre mi, toma posesión de mi corazón y lléname con tu amor. Deseo encontrarme personalmente con tu amor. Deseo encontrarme personalmente Contigo, Señor. Por favor, ayúdame. Enséñame a rezar y, sobre todo, a perseverar. Amén.
Marcio Mendes
30 minutos para cambiar tu día a día.
Adaptación de original en portugués.
Editorial Canción Nueva.

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