sábado, 3 de febrero de 2018

Meditación: Marcos 6, 30-34

Se compadeció de ellos. (Marcos 6, 34)

Tras una larga y agotadora semana, te acomodas para descansar un rato cuando suena el teléfono. Ves en el indicador de identidad que te llama un amigo que siempre tiene algún problema urgente. ¿Contestas el teléfono o prefieres que te deje mensaje?

A veces hay buenas razones para no contestar, por ejemplo, durante el tiempo de descanso, especialmente el reservado para la quietud y la oración, que es una parte importante de la vida. Pero si estás siguiendo a Jesús, tal vez te convenga hacer una oración silenciosa… y contestar la llamada. ¿No es eso lo que él hizo en el Evangelio de hoy?

El Señor quería que sus discípulos descansaran un poco, luego de regresar de su misión de evangelización; que se alejaran de las multitudes y recuperaran las fuerzas. Pero, cuando vio la muchedumbre que le aguardaba en la orilla, se compadeció y cambió de planes. Su “tiempo libre” pasó a ser una oportunidad para curar y enseñar a la multitud.

Todos necesitamos adoptar el hábito de hacer, en oración, un plan de actividades para el día; pero también, al igual que Jesús, debemos aceptar la posibilidad de que algo o alguien venga y nos cambie el plan. El Evangelio de hoy nos enseña lo importante que es mantenerse dócil a las mociones del Espíritu Santo, aunque lo programado para ese día sea distinto. Esta apertura de corazón fue lo que le permitió al Señor alimentar a los cinco mil en su día de descanso, y es la misma actitud que nos hará más accesible a quienes hay cerca de nosotros y necesitan ayuda y atención.

Todos hacemos planes y nos llenamos de actividades, por eso nos incomodan las alteraciones; pero Jesús no se molestaba y se compadecía de los sufrientes.

¿Estás tú, hermano, dispuesto a dejar que Dios te cambie los planes? A veces tenemos la tendencia a no hacer caso a las interrupciones o a las personas, porque no queremos renunciar al tiempo de descanso o porque deseamos finalizar las tareas pendientes. Pero si actúas así podrías terminar perdiéndote la oportunidad de hacer una diferencia posiblemente decisiva en la vida de alguien.

Así que, ¡adelante, haz tus planes! Simplemente no te sorprendas si Dios te interrumpe con una invitación a demostrar amor.
“Espíritu Santo, unge mi corazón con la compasión de Jesús, para que yo sepa responder con amor en cualquier momento.”
1 Reyes 3, 4-13
Salmo 119(118), 9-14

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