miércoles, 13 de febrero de 2019

CREA EN MÍ, OH DIOS, UN CORAZÓN PURO


"Crea en mí, oh Dios, un corazón puro"

¿Dónde podrá hallar nuestra debilidad un descanso seguro sino en las llagas del Salvador? En ellas habito, tanto más confiado en Él cuanto mayor es la fuerza que tiene para salvarme. Se tambalea el mundo, me oprime el cuerpo, el diablo me pone asechanzas, pero yo no caigo porque estoy cimentado sobre piedra firme... Lo que por culpa mía me falta, lo saco de las entrañas del Señor, pues de sus entrañas se derrama un amor misericordioso.
Agujearon sus manos y pies, y atravesaron su costado con una lanza (Jn 19,34). A través de estas hendiduras puedo libar miel silvestre (Sal 80,17) y aceite de rocas de pedernal, es decir que puedo gustar y ver que bueno es el Señor (Sal 33,9). Sus designios eran designios de paz y yo lo ignoraba. Pero el clavo que penetró en Él, se ha convertido para mí en una llave que me abre el conocimiento de sus designios. ¿Por qué no he de mirar a través de estas hendiduras? Tanto el clavo como las llagas proclaman que realmente Dios, en la persona de Cristo, reconcilia el mundo consigo (2Co 5,19). El hierro atravesó su ser y alcanzó su corazón de modo que ya es capaz de compadecerse de mis debilidades. Las heridas que recibió su cuerpo nos dejan ver los secretos de su corazón, aquel gran misterio de piedad y "la entrañable misericordia de nuestro Dios, por la que nos ha visitado el sol desde lo alto" (Lc 1,78). No cabe duda de que sus llagas nos dejan ver sus entrañas. No podría hallarse otro medio más claro que estas tus llagas, Señor, para manifestar tu bondad, y que eres clemente y rico en misericordia. Porque no existe mayor compasión que la de dar su vida por los que están sentenciados a muerte (Jn 15,13).


San Bernardo (1091-1153)
monje cisterciense y doctor de la Iglesia
San Bernardo (1091-1153) monje cisterciense y doctor de la Iglesia, Sermones sobre el Cantar de los Cantares, nº61,3

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