Recógete. Toma consciencia de tu día y agradece los encuentros, las compañías, las palabras que te han hecho bien. Mira lo vivido y descubre en qué momento te has sentido libre en tus acciones y en armonía con tus hermanos.
¿Cómo podrías conservar y cultivar esas actitudes en adelante?
Pídele a Dios su punto de vista y apunta un compromiso para cuidar la libertad en tus actitudes.
Ave María...
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