Toma consciencia de cómo te sientes ahora. Agradece los pequeños detalles que te llenaron de alegría y esperanza. Mira la dirección general de lo vivido, ¿Has elegido la vida? ¿Has amado? o ¿Has quedado fijado al mal humor o al enfado? Habla con Dios y comprométete para mañana a elegir la vida, a abrazar, ayudar, servir, sonreír, a besar.
Ave María...
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