"Existe una consagración que sube a los cielos con nuestra ofrenda de amor y otra que desciende de allá y nos aproxima. Existe una acción de gracias que sube a los cielos bajo la forma de alabanza y otra que desciende de allá. Es la acción de la gracia que nos transforma en hijos de Dios, de manera que ya no soy yo quien habla, es Cristo que habla en mi, ya no soy yo quien canta, es Cristo quien canta, llora, vive, reina en mi. Nuestra vida, por la acción del Espíritu Santo, debe ser vivida en este dialogo entre el cielo y la tierra, entre el acción de gracias y la acción de la gracia."
p. Joaozinho
Lc 2, 22-40
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