Serena las ideas y recoge tus emociones.
Descubre algún detalle de cariño que hayas recibido y agradécelo.
Mira en tu corazón los sentimientos de amor, de alegría y paz que has sentido hoy.
¿Recuerdas las circunstancias que los despertaron?
Disfrútalos y conversa con el Señor de ellos.
Ofrécelos y pide lo que deseas para mañana.
Ave María...
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