El hombre vive esclavizado. Y es un esclavo voluntario, porque no desea ser libre.
El hombre vive esclavizado. Y es un esclavo voluntario, porque no desea ser libre. Esto, a pesar de sus quejidos y llantos, y a pesar de protestar contra su pecado, porque, cuando se confiesa, hace solamente el esfuerzo para librarse de su falta, pero no para reconciliarse realmente con Dios. Sí, lo hace sólo para sobrevivir, pero no para vivir plenamente el Cielo. Esto nos demuestra lo profundo de las heridas que el pecado provoca en el hombre. No importa por dónde lo veas, que “no hay nada sano en su cuerpo” (Salmos 37, 4). “En su cuerpo”, es decir, en su naturaleza, en su cuerpo y alma. Y no tiene posibilidades de sanar, porque le falta el anhelo de la verdadera libertad ante las pasiones y pecados. Y es que el hombre peca con el consentimiento de su propia voluntad.
(Traducido de: Arhimandrit Emilianos Simonopetritul, Avva Isaia, cuvinte ascetice, Editura Sfântul Nectarie, p. 205)
Fuente Doxologia
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