Jesús dijo entonces: "¿A qué se parece el Reino de Dios? ¿Con qué podré compararlo? Se parece a un grano de mostaza que un hombre sembró en su huerta; creció, se convirtió en un arbusto y los pájaros del cielo se cobijaron en sus ramas". Dijo también: "¿Con qué podré comparar el Reino de Dios? Se parece a un poco de levadura que una mujer mezcló con gran cantidad de harina, hasta que fermentó toda la masa".
RESONAR DE LA PALABRA
Queridos hermanos:
¡Qué bien ha unido la Iglesia hoy las dos lecturas! Parecen una explicación, una continuidad la una de la otra. Por un lado Palo nos habla de la esperanza:”la creación vive en la esperanza”, dice. Expectante, aguardando. Por otro, Jesús, maestro en los ejemplos de los cotidiano, dice que hay que saber ver, que hay que saber mirar más allá, porque el Reino se da poco a poco, en una sencillez soberana, en la gran masa del mundo.
Hay una doble tentación latente en todo hombre y mujer que hace el bien: la inmediatez y la totalidad. Ambas van de la mano y son como un látigo que golpea nuestra inteligencia y nuestra voluntad. Queremos que el bien sea obligatorio, que todos lo entiendan y lo practiquen, que se unan a una cadena, que vayan con nosotros. Y que sea ya, porque si no hay resultados todo indicará un fracaso rotundo. En Dios las cosas son de otra manera. Se sienta a esperar a la puerta de nuestra voluntad, a ver si movemos los resortes que la impulsan, y espera siempre, sin descanso. Porque sabe que vencerá el bien. Lo hará con el secreto de los sencillos, con la prudencia de los humildes, con las formas proporcionadas de los mansos.
El Reino ha empezado a ejercitarse en la voluntad de hombres y mujeres que trabajan como lo hace la pequeña semilla o la humilde levadura. Posee la virtualidad de la naturaleza que es capaz de deshacer lo más firme y duradero. El Reino de Dios no vendrá con trompetas, con luces y anuncios en grandes pantallas, como gustan hacer quienes quieren vender humo y comprar voluntades. Lo hará en la naturalidad de los que ahora construyen un mundo de justicia en la donación a sus hermanos necesitados; en la candidez del ofrecimiento a los que están solos; en la inocencia de quienes comparten su tiempo, sus esperanzas y sus lagrimas; en todos los que ponen patas arribas el sistema a fuerza de solidaridad y compañía.
¿Lo ves? Mira con apertura el mundo y podrás distinguirlo, porque la esperanza ya se abre paso.
fuente del comentario CIUDAD REDONDA
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