miércoles, 25 de octubre de 2017

Reaccionando ante el mal con el mal, no conseguimos sino multiplicar la maldad en el mundo

Lo mejor es sólo orar en nuestra mente y bendecir al alma herida por el mal, pidiéndole también a Dios Su misericordia por el mal que nos hiere a nosotros.


Reaccionando ante el mal con el mal, no conseguimos sino multiplicar la maldad en el mundo. Pero podemos salir de ese círculo vicioso sólo si le pedimos a Dios Su fuerza y conocimiento para aceptar el dolor que nos produce el mal, sin herir también nosotros (a los demás), pero sin tolerar esa misma maldad. En otras palabras, es necesario decir lo que está mal, decir que nos duele, decir que nosotros pensamos diferente, pero sin insultar, sin discutir, sin levantar la voz.

Lo mejor es sólo orar en nuestra mente y bendecir al alma herida por el mal, pidiéndole también a Dios Su misericordia por el mal que nos hiere a nosotros. Así, poco a poco, aprenderemos una forma de ser que nos ayudará a descubrir que en el mundo no sólo hay maldad, sino también mucha belleza y bondad. De esta forma, también nosotros devendremos en obreros del Bien que viene de lo Alto.

Nuestra maldad es un grito de dolor impotente, con el cual quisiéramos hacer un mundo mejor. Pero el mundo se vuelve mejor, sólo si cada uno de nosotros elige precisamente el Bien.

Necesitamos de la paciencia, la inteligencia, la pureza de alma —al cumplir con los mandamientos del Señor—, la disciplina del cuerpo por medio del esfuerzo de acuerdo a nuestras capacidades, la iluminación de la mente por medio de la oración y de la fuerza que recibimos de la Confesión y la Comunión.

(Traducido de: Monahia Siluana Vlad, Uimiri, rostiri, pecetluiri, Ed. Doxologia, Iași, 2012, p. 5)
fuente Doxologia

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